Hay que hacer “la gran Lula”
Quienes suelen leer mis columnas saben que sólo escribo de historia del peronismo, y evito hablar de la coyuntura política aunque, siempre, la historia va en clave de presente. Como decía Perón, hay que estudiar la historia “para aprender del error ajeno, porque el error propio llega tarde y cuesta caro”.
Como un viejo militante peronista que soy, sé que hay momentos como éste, en los que no se puede esquivar el bulto al debate, así que voy a dar mi opinión.
- El sectarismo es la tumba de la conducción
Recientemente, publiqué una nota sobre el gesto de Perón, quien en noviembre de 1973, abrió la Casa Rosada a todos sus viejos “enemigos” o adversarios.
Suelo relatar que muchos de los intelectuales que nos acompañaron en los ’70, en el ’55 eran militantes antiperonistas, como el caso de Rodolfo Walsh y otros.
Incluso, algunos como Diego Muñiz Barreto y Mariano Castex fueron Comandos Civiles y en 1953 intentaron asesinar a Perón.
Sin embargo, “el Viejo” los recibió en Madrid con una palmada en la espalda.
Diego terminó diputado nuestro, y Castex militando cerca de la izquierda peronista.
Cuento estas cosas porque entre los errores que hemos cometido en las últimas dos décadas, está esa odiosa costumbre de tildar de traidor a todo compañero que manifieste una disidencia política, y cargarle el mote de “enemigo” a todo tipo que no nos vote.
Una persona muy valorada y reconocida en nuestro espacio llegó a decir que “el 32% de votantes de Macri es una raza muy hija de puta”, y todos aplaudimos el chiste.
Sé que hoy muchos piensan lo mismo de los votantes de Milei y de JxC.
Y la “raza hija de puta” ya llegó al 60%.
Ahora si, voy a citar a Perón en Conducción Política, que debería ser libro de cabecera de nuestra dirigencia y militancia, que pocos han leído, y muchos menos lo han comprendido.
“El sectarismo es el primer enemigo de la conducción, porque la conducción es de sentido universalista, es amplia, y donde hay sectarismo se muere porque la conducción no tiene suficiente oxígeno para poder vivir”.
“No se pueden conducir los elementos sectarios. ¿Por qué? Porque cuando llega el momento en que la conducción debe echar mano a un recurso extraordinario, el sectario dice: ‘No; ¡ésa es una herejía!'”
“Entonces, los métodos y los recursos de lucha se reducen a un sector tan pequeño que presentan una enorme debilidad frente a otros más hábiles que utilizan todos los recursos que la situación les ofrece para la conducción. Por eso el sectarismo es la tumba de la conducción en el campo político”, decía Perón.
Recordemos esto: “Cuando llega el momento en que la conducción debe echar mano a un recurso extraordinario, el sectario dice: ‘No; ¡esa es una herejía!'”. Lo que estoy proponiendo en esta nota claramente será “una herejía”. Pero primero debemos comprender que estamos en un momento absolutamente crítico y sino usamos “un recurso extraordinario”, nos vamos por la rejilla.
- La discusión sobre los candidatos ya fue
Cuando hace un año exactamente, Cristina impulsó a Sergio Massa al Ministerio de Economía estaban implícitas dos cosas. Una, el camino a transitar era mantener el acuerdo con el FMI como se pudiese, sino Cristina lo hubiese puesto a Claudio Lozano u otro similar. Y dos, si a Sergio le iba más o menos bien (3% de inflación en abril) era nuestro candidato. Como todos sabemos lo del 3% no pudo ser, entonces, Cristina y todos entramos en duda.
Finalmente luego de sopesar las opciones, Cristina, Alberto y la mayoría de la dirigencia volvió al plan original, Sergio candidato, agregando un fuerte pedido al Espíritu Santo. Como es sabido, todos los ateos, nos acordaremos de Dios, en los cinco minutos antes de nuestra muerte.
Bueno, entonces cortemos ya con los debates, si Sergio ésto, Sergio aquello… Basta muchachos y muchachas. Hay muchos nuestros que en vez de un micrófono en la tele, o un posteo de Face o wasap, lo que necesitan es “un psicólogo argentino que te muestre el camino”, como dice Sabina.
Si la vida o la jefa los engañó, no hagas de panelista en C5N, dejalo a Maslaton que al menos, es pícaro y la juega de taco.
- Con el 100% de inflación ningún gobierno puede ganar
Escuchaba a García Linera reflexionar que ningún gobierno en el mundo que tenga una inflación del 100% puede ganar una elección y es muy probable que tenga razón. Es casi una verdad de perogrullo (que significa obvio o notoriamente sabido).
Gran parte de los argentinos nacemos con dos especialidades que nos vienen incorporados genéticamente: Director Técnico de fútbol, y Ministro de Economía.
De acuerdo a las épocas desplegamos una o la otra, o las dos juntas si es necesario.
Desde que arrancó la campaña electoral, me canso de leer en los grupos de WhatsApp: “Si no hacen peronismo no ganamos, bajen la inflación, aumenten los sueldos, pónganle plata al bolsillo a la gente, creen empleo…”
En soledad me pregunto. ¿Un tipo como Sergio Massa, que tiene extrema vocación y ambición de ser presidente, no se da cuenta? ¿Es bobo? Si es sencillito. Sergio dame bola! No devalúes, baja el blue a 300, pone en cero el aumento de precios durante tres meses, decile de mi parte al Fondo que no rompa las bolas y mande los 10.000 palos; pero ponete duro, hacele cara de guerra como en la colimba… Yo me pregunto ¿Sergio es bolu? ¿No quiere ganar?.
Muchachos y muchachas, nuestro candidato peca de muchas cosas, menos de “bolu”. Si pudiera hacer todas estas cosas, las hubiese hecho ya, sin necesidad de nuestros sabios consejos. Entonces dirán, “ahh! Pero Alberto tuvo cuatro años, y Massa hace un año que está”… Si si, chiquis ya lo sabemos, ¿que cagada, no? . ¿Y ahora que hacemos? ¿Le vamos a seguir pegando hasta que pierda en octubre? ¿O hasta noviembre, en el balotaje? ¿Por qué la CGT y CTA no llaman a un paro nacional? ¿Por qué no bloqueamos con piquetes todo el país durante una semana? ¿Qué más podemos hacer para que gane Milei?
- A 40 años, vuelve a estar en peligro la Democracia
Muchos de mi generación recién votamos por primera vez casi a los 30 años. Los menos viejos vivimos dos dictaduras: 66-73 y 76-83. La segunda, todos conocen lo dura que fue. Ya casi todos aprendimos que la democracia no es la panacea que resuelve todos los problemas, sino que cada vez resuelve menos. Pero, cada dos y cuatro años podemos ejercer nuestro derecho al voto. Incluso para votar a Macri, a Milei o a la Bregman… a quienes les guste. Aprendimos lo que es vivir en un Estado de Derecho, a pesar de las leyes y de los malos jueces, ningún poder policial te puede meter en el baúl de un auto y confinarte en un sótano. Aprendimos que podemos decir en la calle, en la prensa, lo que se nos ocurra, aun las barbaridades más grandes, sin que nadie nos censure.
Sabemos, a pesar de la “casta política”, que siempre es posible avanzar un poco mas en materia de derechos, en materia de libertades.
También es cierto que para muchísimos jóvenes las palabras democracia, estado de derecho, garantías individuales, no tienen demasiado significado. Pero, para quienes somos sobrevivientes de esas dictaduras, sí lo tienen. Y deseamos con toda el alma que nuestros hijos y ahora nuestros nietos, no tengan que pasar por la zona de oscuridad y temor, que nosotros pasamos.
Y, lamentablemente después de cuarenta años, lo que esta en riesgo en la próxima elección es justamente mantener o no, el sistema democrático.
- Que nos dejó el resultado de las PASO
Hace un par de años pregunté a mi amigo Ricardo Rouvier, un hombre de encuestas, qué porcentaje de electorado se identificaba como peronista. Su respuesta fue 8% y un 20 o 25 % que se identificaba como kirchnerista o cristinista. Y es natural. Ningún menor de 70 años vivió el ultimo Perón con vida. Y las nuevas generaciones si conocieron a Nestor y Cristina como la nueva expresión del peronismo.
Yo creo que, en términos de pensamiento doctrinario, el peronismo tiene absoluta vigencia, aquí, y en el mundo. Pero, lamentablemente, en términos orgánicos está en franca disolución. Ya en los 90 pasamos de Movimiento Nacional a 24 partidos provinciales. Varios se fueron convirtiendo en localismos, el puntanismo, el cordobesismo. Otros se fueron fusionando detrás de líderes de origen radical, como Gerardo Zamora, en Santiago del Estero, o Maurice Closs, en Misiones. Hoy sobreviven a la última elección los peronistas de La Rioja, Catamarca, Tucumán, La Pampa, Chaco, Formosa, aliados como Salta y Tierra del Fuego, y algunos que todavía les falta pasar la prueba. Y claro, las “provincias” de La Matanza y otras del conurbano que son la última frontera o los últimos fortines del peronismo. Todo esto sumó el 21% de Sergio Massa.
El sector duro o progresista de nuestro espacio, referenciado en Juan Grabois, obtuvo el 5,8%. Por fuera más cercano quedó Guillermo Moreno con el 0,8% . A la izquierda el FIT 2,6%. En el pelotón del centro, Juan Schiaretti 3,8% y Larreta +UCR 11,3 % .
Bullrich cosechó un magro 17%, que los coqueteos de Macri con Milei están desestabilizando.
Y, según dicen los encuestadores, Milei ya superó su 30% y tiene posibilidades de ganar en primera vuelta.
- El peronismo silvestre
Recuerdo que en 2015 la calle la ganaron los peronistas silvestres, los que no estaban encuadrados en ningún lugar, y ante el panorama de inmovilidad, salieron a pelear los votos naranjas. Hubo casos como el pintoresco grupo de Marcelo Rey que leían proclamas en los subtes.
Ahora además de que el candidato le “pida humildemente” colaboración a las orgas, a los gobernadores, a los intendentes y a los gremios, hay que convocar y movilizar al peronismo silvestre, a esos compañeros que estamos siempre (me incluyo), que no protagonizan candidaturas, ni pertenencias a grupos o sectores, pero que no quieren jugar a perder.
Un buen primer paso ya dió Moreno, como corresponde a un peronista de los de antes.
- Hay que hacer “la gran Lula”
Para la mayoría de los nuestros, en especial quienes cultivan un progresismo de vuelo internacional, Lula siempre es el mejor espejo donde mirarnos. Ahora, cuando Lula le gana a Bolsonaro los progresistas nuestros evitaron dar demasiadas explicaciones de que frente había armado Lula para ganar.
Lula llevó de vice al ex gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, quien fue cuatro veces gobernador paulista y candidato presidencial en 2006 contra Lula y en las elecciones de 2018 por el PSDB, partido de Fernando Henrique Cardoso e histórico opositor de centroderecha al Partido de los Trabajadores. Obviamente el ala dura del PT puso el grito en el cielo y rápidamente comparó a Alckmin con Michel Temer, diciendo que “los programas macroeconómicos del PT y el PSDB son incompatibles”.
Por supuesto que Lula no llevó el programa de izquierda como pedía su ala dura, sino que tuvo que conciliar un programa de centro y así ganarle a Bolsonaro en segunda vuelta, por un punto. Ya en el gobierno tuvo que repartir ministerios entre los partidos de la coalición que lo llevó al poder.
- Una amplia coalición de centro
Como peronista, no me gusta usar las categorías derecha, izquierda y centro. Pero no la vamos hacer más rebuscado.
Está claro que lo que viene es el segundo tiempo del partido. La elección general donde nos alcanza con salir segundos y entrar al balotaje. Si la Bullrich se sigue desdibujando en base a Milei, pueden pasar dos cosas. Una que pierda votos a mano de Milei y nosotros subiendo unos puntos quedemos segundos. O la segunda que la Bullrich pierda tantos votos que Milei llegue al 45% y gane en primera vuelta.
Si Milei no pasa el 40% (¿a que encuesta le creeremos?) tal vez podamos llegar al balotaje sin demasiadas dificultades.
Pero, llegado el alargue, allí si necesitamos toda la inteligencia y audacia para dar la pelea del final, que será entre el salto al abismo y el país de la racionalidad.
Los más cercanos a convocar son los cordobesistas, por afinidad, historia común. Pero son solo el 3,8% , junto a ellos algunos partidos provinciales, y luego ir en la búsqueda del 11,3% de Larreta-Morales.
Obviamente que para proponer una coalición hace falta establecer un marco de consenso y aquí viene la necesidad de un programa de centro, que claramente se debe diferenciar de lo que hicimos antes.
Y obviamente también requiere de conversar y ofrecer espacios de gobierno a quienes vamos a convocar a una coalición de gobierno. Y esos personajes tienen nombres: Lousteau, Nosiglia, Storani, Morales, Schiaretti, Llaryora, Larreta… Y otros tantos que sería largo enumerar. Pero, como para producir un primer shock de agua fría a la tropa nuestra creo suficiente con esos nombres.
¿Cómo se hace? En público, en privado, antes, después, son temas que debe decidir la conducción de la campaña. Pero bueno, los de estómago delicado vayan acostumbrándose a la idea.
El política sólo existen opciones y pronto quedarán sólo dos: el bolsonarito que se lleve puesto todo, o un gobierno de coalición que nos salve de la catástrofe.
*Periodista argentino. Ex asesor de la Secretaría de Energía de la Nación. Columnista de la Agencia Paco Urondo.
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