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Brasil puede ser desconcertante.

Escribe Jorge Vasconcelos* 

El déficit fiscal detrás de la aceleración y el descarrilamiento de Brasil.

A primera vista, Brasil puede ser desconcertante.

La tasa de desempleo en el 6,1% es un piso histórico, y el PIB en 2024 creció más del 3,5%.

Pero, en los últimos 30 días el Banco Central tuvo que quemar reservas por 32.500 millones de dólares para evitar que la relación dólar/real superara la barrera de 6,20; el valor bursátil de las empresas no encuentra piso y la suba de tasas de interés en moneda local no encuentra techo.

El hilo conductor de tamaña disonancia es la escalada de la deuda pública, que entre 2022 y 2025 estará engordando en 10 puntos del PIB, en la medición neta, llegando este año a 66,1% del PIB.

Lula asumió su tercer mandato a principios de 2023, y desde entonces el déficit fiscal se instaló en el andarivel de entre el 8% y el 9% del PIB.

De manual, una política expansiva de origen fiscal financiada con endeudamiento creciente del estado.

Lo notable es que desde 2016 Brasil venía creciendo sobre bases relativamente sólidas, como se analiza en otro artículo, el informe “El triángulo del crecimiento sustentable”.

Insatisfecho con esa performance y, subestimando las alertas del mercado, Lula quiso acelerar el tren y, en lugar de llegar más rápido, terminó descarrilando.

Jorge Vasconcelos, Coordinador General de Revista Novedades Económicasdel IERAL.
Jorge Vasconcelos, Coordinador General de Revista Novedades Económicas del IERAL.

Se trata de una crisis que no tiene resolución clara.

En la medida en que el gobierno siga sin atacar el exceso de gasto público, en un escenario en el que el Banco Central mantenga su independencia, tendría que seguir subiendo la tasa de interés, tratando de frenar expectativas de inflación desancladas.

Pero esto podría desencadenar una recesión en 2025, y una escalada mayor de la deuda pública en términos del PIB, por el peso de los intereses.

La falta de coordinación entre la política fiscal y monetaria amenaza llevar la economía a un rincón, sin salida política a la vista, ya que las próximas presidenciales ocurrirán en octubre de 2026.

  • Evolución de la Deuda Pública y del Déficit Fiscal en Brasil. En % del PIB
Fuente: IERAL en base a ITAU.
Fuente: IERAL en base a ITAU.

Cuando el efecto dominó de la crisis pasó abiertamente al plano cambiario, el Banco Central de Brasil comenzó a intervenir en la punta vendedora, ofreciendo divisas en el mercado spot y operaciones de recompra.

En el balance de los últimos 30 días se muestra que mantener la paridad dólar/real levemente por debajo de los 6,2 requirió ventas de la autoridad monetaria por unos 32.500 millones de dólares, casi un 13% de las reservas netas.

El gobierno sintió el impacto, y el ministro de economía revisó nuevamente distintos ítems que podrían corregir parcialmente el rojo fiscal.

Sin embargo, las luces de alarma siguen encendidas, y será muy difícil revertir el deterioro de las expectativas con dosis homeopáticas de medicina.

Los inversores han puesto el foco en los mecanismos indexatorios que expanden el gasto público y en la escalada de deuda.

Con dominancia fiscal, subir las tasas de interés agrava el problema de expectativas de inflación y devaluación, en lugar de resolverlo.

La brutal pérdida del valor de las empresas que cotizan en el BOVESPA es muy ilustrativa al respecto.

  • Evolución de BOVESPA en US$  constantes de Dic-24
Fuente: IERAL en base a FED, Investing y Banco Central de Brasil.
Fuente: IERAL en base a FED, Investing y Banco Central de Brasil.

A todo esto, si bien la variación del PIB de 2024 se confirmaría en torno al 3,5%, en la última parte del año pasado se comenzó a observar desaceleración en algunos indicadores vinculados al nivel de actividad, caso del crédito al sector privado y de las importaciones.

Si el gobierno lograra una salida intermedia a la crisis, la variación del PIB de Brasil podría desacelerar a un 2% en este 2025 (promedio, ya que bienes de consumo durable y de capital podrían entrar en terreno negativo).

Las importaciones, que se incrementaron un 9,2% en 2024, serían una de las principales variables de ajuste.

A su vez, aprovechando el real ultra devaluado, cabe esperar un agresivo redireccionamiento hacia la exportación de la producción industrial que no tenga demanda en el mercado interno. 

La dinámica del mercado automotriz de Brasil en cierto modo comenzó a anticipar algunas de las dificultades con las que se habrá de enfrenta la industria argentina en este frente:

Pese a que en 2024 en el vecino país hubo récord de patentamiento de vehículos, con un incremento de 15% respecto de 2023, las exportaciones de la Argentina a Brasil en este rubro subieron apenas 1% (acumulado de 11 meses), mientras los autos “made in China” lo hicieron un 229%.

A su vez, las exportaciones de vehículos de Brasil a la Argentina se incrementaron en 2024 un 39% interanual, una dinámica que en 2025 sólo podría ralentizarse por las reglas existentes para el comercio bilateral en este mercado.

En términos generales, para el entramado industrial del país los temas recurrentes de la agenda 2025 en la relación con el principal socio del Mercosur estarán marcados por la asimetría cambiaria, la diferencia en el ritmo de crecimiento entre ambos países y la profundización del efecto disruptivo de China sobre la región.

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