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Cambia el paradigma militar en Europa y se refleja en la expansión del gasto en Defensa en un contexto de escasez de recursos operativos.

Escribe David Santi*

La escasez militar en Europa: un cambio de paradigma y expansión del gasto en Defensa.

En un principio, la Comisión Europea planeaba movilizar 100.000 millones de euros para el rearme comunitario, cifra que luego ascendió a 500.000 millones y que ahora se ha disparado hasta los 800.000 millones de euros.

  • Alemania se encamina hacia una política de gasto en defensa sin límites predefinidos,
  • Dinamarca ha decidido utilizar su superávit presupuestario para aumentar su inversión en defensa del 2% al 3% del PIB en un solo año.
  • Gran Bretaña, por otro lado, ha acelerado su objetivo de incrementar su presupuesto militar hasta el 2,5% del PIB.

A pesar de lo que podría pensarse, esta carrera armamentista no responde únicamente a la amenaza rusa, sino al colapso de la garantía de seguridad estadounidense.

La administración Donald Trump ha generado inquietud en Europa con acciones como la insinuación de una posible anexión de Groenlandia a Estados Unidos, la suspensión de su apoyo a Ucrania, su acercamiento estratégico a Rusia y la puesta en duda de los valores y compromisos tradicionales de la alianza transatlántica.

  • Dependencia militar de Europa con EE.UU.

El principal problema de los europeos radica en su dependencia estructural de Estados Unidos.

Washington no sólo aporta la mayor parte del 70% de las capacidades militares de la OTAN, sino que también domina los sistemas facilitadores, como transporte estratégico, reconocimiento y navegación, siendo su red de satélites GPS una pieza clave en la operativa militar aliada.

Durante décadas, los ejércitos europeos -particularmente la Bundeswehr alemana, concebida como un ejército de coalición- han operado bajo este paraguas de apoyo estadounidense, lo que ha llevado a la falta de desarrollos propios en tecnologías estratégicas.

Un ejemplo claro es la ausencia de un caza europeo de quinta generación, en contraste con el F-35 estadounidense.

Asimismo, Alemania depende de tecnología extranjera incluso para su única arma estratégica de largo alcance, el misil de crucero Taurus, cuyo motor es fabricado por la empresa estadounidense Williams International.

El éxito de la OTAN en las últimas décadas ha sido posible porque permitía a las pequeñas y medianas potencias europeas mantener sus prioridades nacionales en el diseño de sus ejércitos.

En este sistema, los compromisos militares de cada país se ajustaban según sus capacidades económicas, mientras que Estados Unidos garantizaba la coherencia estratégica de la alianza.

  • La falta de una Defensa Autónoma Europea

Desde las guerras de los Balcanes en los años 90, ha quedado claro que Europa necesita una estructura militar autónoma capaz de responder a conflictos en su propio territorio.

Sin embargo, en lugar de fortalecer sus capacidades, en las décadas siguientes los europeos redujeron sus ejércitos a un rol de fuerzas auxiliares para las guerras de EE.UU. contra el terrorismo.

Ahora, con la retirada gradual del respaldo militar estadounidense, Europa se encuentra vulnerable, sin una estrategia clara para construir una fuerza de defensa combinada sin la presencia de EE.UU.

La enorme inversión en defensa que se está planteando carece de una estrategia unificada.

Aunque la financiación es masiva, el enfoque de cada país sigue fragmentado, lo que podría convertir esta inyección de recursos en un proceso desordenado e ineficaz.

Una estrategia de seguridad coherente no puede diseñarse de la noche a la mañana; habría sido necesario un trabajo constante durante años, pero esa oportunidad ya se ha perdido.

  • Incoherencias y fragmentación en la industria militar europea

En medio del vértigo de este tiempo, cambia el paradigma militar en Europa y se refleja en la expansión del gasto en Defensa en un contexto de escasez de recursos operativos.

La falta de un concepto de defensa europeo podría derivar en un caos organizativo.

La Asociación Federal de la Industria Alemana de Seguridad y Defensa ha instado a los países europeos a armonizar y coordinar sus necesidades militares, pero la realidad es que cada Nación sigue un camino propio y divergente.

Ejemplo de ello es que hasta hace poco,

  • Dinamarca excluía por ley la participación en programas de armamento de la UE y recién en 2023 se sumó a la Cooperación Estructurada Permanente en Defensa (PESCO).
  • Polonia, por su parte, apostó por su propia estrategia militar, con un ambicioso plan de alianza armamentística con Corea del Sur, en lugar de confiar en proveedores europeos.
  • Francia mantiene su prioridad estratégica en el Indo-Pacífico, centrando su esfuerzo armamentístico en la expansión de sus exportaciones militares.
  • El Reino Unido, tras el Brexit, ha optado por una integración más profunda con la tecnología militar estadounidense, con el objetivo de utilizar su ventaja tecnológica como multiplicador de fuerza en colaboraciones con socios europeos.
  • Mientras tanto, Italia ha firmado una alianza militar con Rheinmetall para modernizar sus fuerzas terrestres, aprovechando la competencia entre fabricantes de tanques europeos. En este sentido, Italia ha apostado por el tanque Panther de Rheinmetall, rival directo del Leopard 2 A8 de KNDS, mientras que Alemania intenta imponer el A8 como estándar europeo.
Cambia el paradigma militar en Europa. Italia ha apostado por el tanque Panther de Rheinmetall, rival directo del Leopard 2 A8 de KNDS, mientras que Alemania intenta imponer el A8 como estándar europeo.
Cambia el paradigma militar en Europa. Italia ha apostado por el tanque Panther de Rheinmetall, rival directo del Leopard 2 A8 de KNDS, mientras que Alemania intenta imponer el A8 como estándar europeo.
  • El modelo alemán: una estrategia de integración regional

Alemania, como principal potencia industrial de Europa, ha desarrollado una estrategia propia para consolidar su influencia en la industria armamentística.

Su modelo consiste en agrupar a socios más pequeños bajo contratos marco, concentrándose en áreas donde su industria es fuerte, como los sistemas terrestres y blindados.

Este enfoque tiene varias ventajas para Berlín:

  1. Permite estructurar el equipamiento de grandes unidades europeas bajo su liderazgo, como ocurre en los cuerpos de la OTAN.
  2. Refuerza el sector armamentístico alemán, consolidando su papel como coordinador de adquisiciones en Europa.
  3. Reduce los costos internos del desarrollo militar, ya que el financiamiento compartido con otros países ayuda a mantener las líneas de producción.
  • Las coaliciones de voluntarios no son suficientes

A pesar de la urgente necesidad de coordinación, los países europeos siguen priorizando el fortalecimiento de sus industrias nacionales en lugar de una estrategia militar conjunta.

Se insiste desde hace años en el mantenimiento de organizaciones de voluntarios, ampliando hace tiempo atrás a personas que por derogación de la Ley de Servicio Militar Obligatorio, carecen de todo tipo de formación militar, pero esto está lejos de ser suficiente.

Herramientas de la UE como PESCO y el Fondo Europeo de Defensa han sido utilizadas más como un mecanismo para financiar programas nacionales que para estructurar una defensa común.

Para lograr una fuerza militar verdaderamente independiente, Europa necesita:
– Producción en masa de equipos militares bajo estándares comunes.
– Un sistema de reservas estratégicas gestionadas en conjunto.
– Un mando estructurado y unificado para la toma de decisiones militares.

Hace un año, la Comisión Europea presentó un plan para crear un Organismo Europeo de Armamento (Defence Industrial Readiness Board), que reuniría a los Estados miembros, la Comisión y el jefe de la Agencia Europea de Defensa (EDA).

Sin embargo, a pesar de la inminente retirada de EE.UU., los países europeos siguen resistiéndose a una gestión conjunta del armamento estratégico.

Coaliciones voluntarias como el E5, integrado por Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Polonia, son un primer paso, pero insuficientes para estructurar una alianza militar sólida y autónoma.

A lo largo de la historia, los acuerdos voluntarios han demostrado ser frágiles, ya que los países tienden a desentenderse tan pronto como la presión disminuye.

  • El dilema europeo

Europa se enfrenta a un dilema: invertir cientos de miles de millones sin una estrategia definida podría conducir a un gasto militar ineficaz y disperso.

Si los europeos no logran una coordinación real, corren el riesgo de quedar atrapados en un ciclo de improvisación y una peligrosa vulnerabilidad estratégica.

*Analista de geopolítica

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