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Argentina aún no logra corregir sus desequilibrios estructurales y esta debilidad se refleja en un fuerte deterioro de las cuentas externas, según análisis del CEPEC.

El informe del INDEC correspondiente al segundo trimestre de 2025 revela un punto de inflexión crítico en la situación de las cuentas externas de la Argentina.

La economía pasó de un superávit sólido a un déficit en la cuenta corriente, marcando un deterioro de más de 6.700 millones de dólares en un año.

Este resultado, ocurrido en el trimestre tradicionalmente más fuerte debido a la liquidación de la cosecha, actúa como una señal de alarma sobre la insostenibilidad del equilibrio externo.

El núcleo del problema se encuentra en un cambio de composición.

La cuenta corriente registró un déficit de 3.016 millones de dólares, impulsado por el desempeño negativo de sus componentes principales.

El superávit comercial de bienes se contrajo severamente, no por una caída en las exportaciones -que se mantuvieron estancadas con un leve aumento de 301 millones- sino por una explosión de las importaciones, que crecieron 4.742 millones de dólares.

Tal fenómeno indica un recalentamiento de la demanda interna, donde el consumo y la industria se volcaron a bienes del exterior.

Un análisis de volumen y precio confirma que el deterioro fue fundamentalmente por cantidades: se importó mucho más en términos físicos.

Paralelamente, la balanza de servicios profundizó su déficit, alcanzando los 2.483 millones de dólares.

Este resultado fue impulsado en mayor medida por un aumento del gasto en turismo al exterior y en fletes de transporte.

Ambos rubros estan directamente vinculados al incremento en las importaciones y a un mayor poder adquisitivo para viajes internacionales.

Asimismo, la cuenta de ingreso primario empeoró, con un déficit de 4.080 millones de dólares.

Este deterioro estuvo liderado por un aumento en las remesas de utilidades y dividendos de empresas extranjeras radicadas en el país, indicando una mayor repatriación de ganancias por parte de los inversores directos.

El único componente que se mantuvo como un alivio, aunque insuficiente, fue el ingreso secundario, con un superávit de 879 millones de dólares.

Hubo una contracara de este déficit en cuenta corriente fue un financiamiento dependiente de capitales especulativos y deuda.

La cuenta financiera mostró un ingreso neto de 2.835 millones de dólares, que no refleja una entrada de Inversión Extranjera Directa para proyectos productivos, sino un fuerte endeudamiento del sector público.

También cuenta una emisión neta de pasivos fue de 20.624 millones de dólares, explicada en gran medida por los desembolsos recibidos del Fondo Monetario Internacional y otros organismos crediticios hacia el gobierno general.

En conclusión, el informe evidencia que la Argentina aún no logra corregir sus desequilibrios estructurales.

El hecho de que el mejor trimestre del ciclo externo finalice con un déficit en cuenta corriente es una prueba contundente de que el tipo de cambio real se encuentra en un nivel de desequilibrio, sobrevaluado y sin la capacidad de generar los superávits necesarios para una sostenibilidad de mediano plazo.

La economía opera con un exceso de demanda que se cubre con deuda, un esquema que depende de la voluntad de financiamiento de organismos internacionales y que posterga, pero no resuelve, los ajustes necesarios, generando una presión latente sobre la moneda.

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