Ni facismo ambiental ni explotación a cualquier precio
El pasado 5 de diciembre la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata, habilitó a la empresa Equinor, a realizar tareas de exploración sísmica marítima, en tres áreas de la Cuenca Argentina Norte. En conferencia de prensa, los jueces explicaron que con la resolución emitida no quisieron, “ni avalar un fascismo ambiental, que diga ‘no se hace nada para preservar las especies’, ni una explotación a como venga”.
“Nosotros tenemos que buscar un justo equilibrio que no dañe los ecosistemas”, sostuvieron los jueces.
Los jueces usaron las palabras “fascismo ambiental”, para definir ese tipo de ambientalismo tan extremo, que no admite ningún tipo de actividad productiva. Esta corriente de pensamiento logró el año pasado cancelar la posibilidad de explotar las segunda reserva mundial en plata, en la desierta meseta patagonica de Chubut.
En esta línea hace punta Greenpace, a quienes se suma el Frente de Izquierda, y numerosos grupos mas pequeños movidos por un interés altruista, cual es la conservación de la biodiversidad y del medio ambiente planetario.
Cuando hablamos de biodiversidad, de preservar la fauna y flora, de combatir la polución ambiental, todos vamos a estar de acuerdo. Nadie quiere que se muera un pingüino, una ballena o un cóndor. Todos deseamos ver los ríos limpios, no ver basurales a cielo abierto, ni ciudades envueltas en smog.
Pero muchos creemos que hay un principio superior, proteger la vida de nuestros semejantes, la vida humana.
Y contra la vida humana, conspira en primer lugar la pobreza, la falta de desarrollo, el desempleo, la falta de trabajo digno, la situación de permanente crisis económica del país, la falta de recursos públicos, etc…
Son todos temas que no se pueden eludir en un debate responsable.
Hace un tiempo en un programa radial hablando del tema del offshore, me cruzó al aire una señora ambientalista española, y me espetó muy suelta de cuerpo “resolver la pobreza es problema de Ustedes, de su gobierno, pero no me contaminen el planeta”.
Curioso orden de preocupación “el planeta es mío”, los pobres son problema de Ustedes… Lamentablemente no sólo la señora de Barcelona piensa así. Aquí es muy común escuchar: “No hagan esto, no hagan aquello”.
Y cuando preguntas como harías para generar trabajo, la respuesta es: “no sé…no es mi problema, es de los que gobiernan que para eso les pagamos”… genial.
El ambientalismo extremo recurre con frecuencia a trampas dialécticas en su discurso o directamente a fake news. Como el primer video que difundieron para oponerse al offshore, donde una cautivadora jovencita, señalaba desde la rambla donde iban a estar las plataformas petroleras arruinando el paisaje. Lo hicieron a sabiendas que las plataformas van a estar a 300 km de la costa; imposible de verlas ni siquiera con telescopio.
La trampa dialéctica la construyen exponiendo el ejemplo de un riesgo o daño, pero sin dimensionar ni contextualizar. Porque no es lo mismo que en un radio de 500 metros se altere la vida de los calamares allí presentes, que una flota extranjera pesque ilegalmente miles de toneladas de calamar depredando el recurso.
En la reciente audiencia pública sobre el impacto ambiental del pozo exploratorio Argerich I, uno de los argumentos más escuchados fue sobre el daño que se podría producir a las especies animales que viven en el área del pozo.
Es cierto que los peces y calamares cuando sientan el ruido del barco perforador, se van a alejar del área y otros organismos más pequeños pueden sufrir algún daño.
Ahora dimensionemos y pongamos en contexto. La plataforma marítima argentina tiene 6,5 millones de kilómetros cuadrados, el doble de nuestro territorio continental. El pozo a realizar tiene un diámetro de 80 cm, el barco perforador mide 250 metros de eslora por 40 de manga. O sea que podemos calcular un radio de 500 metros de alteración submarina por ruidos y movimientos. Es decir que de 6,5 millones de km², el pozo Argerich I va afectar la biodiversidad de un cuarto de km².
Me gusta recurrir a García Linera porque es una figura intocable para el progresismo. Dice el ex-vice de Evo Morales: “Como es bien sabido, toda actividad humana -desde el construir una casa, sembrar alimentos, cazar y aún andar y respirar- afecta la naturaleza. Nadie vive contemplándola, como sostiene el ambientalismo ingenuo, pues el que lo haga no permanecería vivo. La vida es un proceso de transformación metabólica de la naturaleza que afecta el entorno, y al hacerlo, el ser vivo se transforma a sí mismo”.
Como el debate está centrado en las fuentes de energía, el argumento más escuchado del ambientalismo es: “Inviertan en energía eólica o solar”. Y estamos de acuerdo, hay que transicionar hacia energías renovables. Energías que se presentan como solución de todos los problemas ambientales. Pero… por lo que estamos viendo en este momento en Europa, y el mundo, pareciera que tampoco son totalmente inocuas para la biodiversidad y el ambiente.
- El holocausto de las aves
Usé un título típico de los que usa el ambientalismo extremo. Ecocidio, biocidio, zona de sacrificio, holocausto del mar, etc.. Pero, por los números que voy a exponer, sino hablamos de holocausto de aves, vamos a estar muy cerca.
Los parques eólicos normalmente se instalan en los corredores por los que circulan los vientos principales, cuyos trazados, coinciden con los que las grandes aves y las rapaces suelen utilizar para despegar, y a menudo, también para desplazarse, lo que aumenta las posibilidades de que acaben produciéndose siniestros.
Un aspa de molino eólico mide 50 metros, pesa unas 15 toneladas y gira a 250 km/h . Su movimiento produce un remolino de succión de aire. Imaginemos esas 15 tn a 250 km/h impactando contra un ave que puede pesar de 100 gramos a unos pocos kilos las más grandes.
Según los datos del Gobierno de Navarra, España, en el parque eólico Cavar, un complejo de 32 aerogeneradores, sus aspas se han cobrado en seis meses la vida de más de un centenar de grandes aves y de rapaces y pájaros de especies protegidas. La lista de bajas incluye ochenta buitres, trece murciélagos, diez pájaros como golondrinas, jilgueros y calandrias y ocho rapaces, la mayoría de ellas de especies protegidas y algunas en peligro de extinción: un milano real, un milano negro, tres cernícalos, un águila calzada, un aguilucho lagunero, un busardo ratonero y un gavilán.
Las estimaciones de un estudio de la London School of Economics predice que en el Reino Unido podría haber hasta 106.000 muertes de aves al año como resultado de las turbinas eólicas.
Mientras, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos, estima que, entre 140.000 y 500.000 pájaros mueren anualmente en Estados Unidos por esta misma razón.
EE.UU. tiene 137 GW instalados de molinos eólicos. Relacionando GW con aves muertas, nos da una ecuación de 1021 a 3650 aves fallecidas por cada GW instalado.
Según datos del Global Wind Energy Council (GWEC), la energía eólica instalada en el mundo en 2021 es de 837 GW, que abastece el 3% de la energía consumida. Y, proyecta seguir creciendo, hasta llegar en 2030, a abastecer el 30% del consumo.
Si trasladamos la ecuación de EE.UU. en mortandad de aves, podemos inferir que los aerogeneradores matan a nivel mundial entre 854.000 a 3.055.000 de aves al año. Y considerando su crecimiento de instalaciones, en 2030 podrían matar de 8 a 30 millones de aves al año. Ya podríamos pasar de la palabra matanza a holocausto, porque probablemente para esa fecha quedarían pocas aves volando.
En la provincia de Río Negro, donde se está por instalar la gran promesa ecológica de producción de hidrógeno verde, se están juntando firmas para impedir la instalaciones eólicas en la zona prevista, porque los molinos amenazan el hábitat de los cóndores de Sierra Paileman.
Eso respecto las aves. Pero quien haya transitado una ruta de serranías española coincidirá que desde lo paisajistico, es horrible ver semejante cantidad de monstruosos molinos, arruinando los bellos paisajes de montaña. Amén de la enorme ocupación de terreno que requieren y el ruido molesto que generan. A nadie se le ocurre comerse un asadito o salir de caminata por debajo de esas gigantes estructuras.
Por falta de espacio terrestre varios países europeos están estableciendo parques eólicos offshore cerca de sus costas.
Los estudios de impacto ambiental han determinado cambios en las corrientes de agua y disminución extremas en el fitoplancton y zooplancton, alterando la cadena alimentaria.
Además se han generado conflictos con las flotas de pescadores artesanales por la obstrucción a la navegación y disminución de capturas.
Llegado este punto no quisiera exponer a mis amigos ambientalistas extremos a elegir entre masacrar pajaritos o alterar el recorrido de las ballenas con los ruidos del barco perforador. Sólo invitarlos a reflexionar sobre cómo podemos conjugar el desarrollo económico y social de nuestra sociedad con una equilibrada protección de la biodiversidad y el medio ambiente.
*Periodista argentino
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