Más de 300 empresarios de Argentina y Brasil son suficiente base para pensar una moneda común?
Escribe Ricardo Sarmiento *
¿Más de 300 empresarios de Argentina y Brasil son suficiente base para pensar una moneda común?
Efectivamente, más de 300 empresarios de Argentina y Brasil oyeron a los presidentes Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva en el Museo del Bicentenario, en la Casa Rosada.
El presidente argentino, Alberto Fernández, afirmó que “estamos viviendo un punto de inflexión en la historia de Argentina y Brasil”, al encabezar esta tarde junto a su par Luiz Inácio Lula da Silva ese encuentro.
El objetivp de la convocatoria a los empresarios fue profundizar la integración bilateral y regional.
Es un dato real que no se reunía tal asistencia privada de ambos países desde los desayunos de trabajo que fueron clásicas citas bilaterales del proceso de integración organizados por el Grupo Brasil, hoy un sello desactivado desde 2005 y olvidado en la secretaría privada de un banquero argentino que adquirió tiempo atrás a un banco de capitales brasileños.
Fue en esos encuentros que se encendieron los sueños de una moneda común entre ambos países, relanzados esporádicamente en encuentros empresarios que alternadamente tuvieron como interlocutores o invitados especiales a Carlos Menem, Domingo Cavallo, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Fernando Enrique Cardoso, Itamar Franco.
Incluso Luis Inácio Lula da Silva tomó esos desayunos como plataforma para lanzar su primera candidatura exitosa intentando perfilarse para consolidar el liderazgo de la economía brasileña en el Mercosur.
En uno de esos desayunos del Grupo Brasil le fue enviado como presente a Lula una prolija caja de madera conteniendo unos 20 puros armados artesanalmente en la provincia de Misiones.
Los puros eran de un delicado trabajo manual con mano de obra argentina entrenada por “armadoras” cubanas enviadas por Fidel Castro. También fue el lider revolucionario quien retribuyó con semillas de tabaco cubano el trabajo de un médico argentino que realizó trabajo voluntario en la isla.
Lula jamás recibió los puros. Algún empresario argentino interceptó los puros y sólo quedó la caja de madera, vacía.
La hoja del tabaco cultivado para esos puros provenía de plantas que, en Misiones, crecían dos veces la altura que alcanza el cultivo en la isla. La hoja también era más “carnosa” y rendidora que la cosechada en Cuba.
En esos desayunos del Grupo Brasil fue que Lula conoció a quien se convirtió en traductor oficial del lider brasileño a Enrique Boero Baby, un periodista muy profesional que actuaba como corresponsal acreditado en Buenos Aires.
Boero Baby es brasileño con parte argentina por su parentezco con quien fue líder del socialismo argentino, Guillermo Estévez Boero.
El traductor retomó su rol hoy como intermediario entre el portugués brasileño de Lula y el castellano rioplatense de Alberto Fernández.
Hay sin embargo escenarios distintos entre aquellos desayunos y el presente. De los más de 230 empresas brasileñas que integraron el Grupo Brasil fueron algunas decenas las que consolidaron sus primeros pasos de internacionalización adquiriendo empresas argentinas líderes en diversos sectores. Las cerveceras argentinas históricas hoy pertenecen a una empresa brasileña. Los principales frigoríficos exportadores fueron adquiridos por capitales brasileños. Una histórica marca textil argentina también fue adquirida por capital brasileño.
La mayor petrolera de Brasil también abandonó el mercado argentino.
Muchas empresas brasileñas abandonaron el país por las complicadas exigencias administrativas de entender, asimilar y gerenciar industrias y empresas que recibían las cuasi monedas que emitía cada provincia como medios de pago.
De 19 bancos brasileños que se habían radicado en Argentina sólo quedó uno, por causa de la crónica inestabilidad de la economía argentina y sus periódicas crisis. Hubo hasta un banco de inversión, o de segundo piso. También se replegó a su mercado originario.
Las empresas argentinas relevantes en mercados competitivos que llegaron a instalarse en Brasil no tuvieron una eficiente herramienta en el portunhol ni para entender o respetar las reglas del Banco Central de Brasil.
Una de ellas, fallida finalmente por involucrarse en la economía bolivariana afín al kircherismo llegó a sacar de Brasil 15 millones de dólares de modo irregular y quedó expuesta a una acción penal.
El Mercosur, en estos tiempos, es un ir y venir de automotores y algunos commodities cada vez con más escaso volumen.
La Constitución y la cultura brasileña mantienen restricciones a la vigencia de leyes supranacionales por sobre las leyes nacionales.
Brasil importó genética bovina desde Argentina en la segunda mitad de los años ’90 y hoy supera con creces a las exportación de carnes de Argentina, del mismo modo que la superan Uruguay y Paraguay.
De este modo, el Mercosur intenta ser una zona aduanera común sin poder retener a un Uruguay que tiene objetivos propios en su relación con el mundo ante un bloque que opera sólo en un eje bilateral entre Argentina y Brasil.
El Mercosur tampoco logra establecer reglas claras con un Paraguay difícil de entender para Brasil y para Argentina.
Si un sector se ha consolidado con cierta eficiencia en el Mercosur ha sido y continuará siendo la industria automotriz globalizada.
En la contracara, lo más preocupante es el poderío creciente y la expansión regional del delito organizado desde las cárceles por el narcotráfico del Primer Comando Capital y el Comando Vermelho, los dos mayores carteles con sotaque portugués que actúan sin pudores en Paraguay y con influencia metodológica en la estratégica y populosa ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fé, Argentina.
Si a esto se añaden las diferencias macroeconómicas en materia de inflación, en el límite del 100% anual en Argentina también para 2023 contra 5% prevista en Brasil, se entenderá fácilmente que una moneda común está más próxima a la utopía que a la factibilidad.
Si se suman las diferencias en volumen de reservas en las arcas de cada banco central, la idea de una moneda común es difícilmente accesible, sin siquiera sondear las diferencias de los respectivos frentes fiscales internos, tanto en materia de déficits del Sector Público como en estructuras impositivas.
Primero se pensó en una moneda común bajo el nombre de “gaucho” o “gaúcho. También se pensó en el “peso-real”. Ahora se comenzó a propiciar una moneda común bajo el nombre de “Sur”.
Un año electoral en Argentina no dará solidez ni convicción a los negociadores argentinos. Pero una cultura histórica en el sentimiento nacional del país vecino será un obstáculo más relevante aún en un Brasil que sigue ostentando más de 75% del PBI regional del Mercosur.
*Consultor de Estrategias Corporativas. Especialista en Procesos de Integración. Analista Geopolítico. Ex Director del Grupo Brasil. Consultor de Empresas Brasileñas y entidades privadas y gubernamentales extrazona.
Seguinos en Twitter: @SRSur_Agency
Como temer una moneda comum con el descalabro de lá inflacion y descontrol de la economia Argentina?
Mesclar el vino y la cerveza y se lo van a tomar lo que?
Si Argentina no tirne US$ para importar, que busque exportador brasileno que acepte pesos. Assi no contamina Los demas. U sea Europa antes de la moneda comum cada um vendia En lá moneda que queria.
Gracias por su comentario