23/11/2024
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La ganadería regenerativa puede ser clave para la salud del ambiente

La ganadería regenerativa, puede considerarse una práctica clave para cuidar nuestro planeta y consiste en una actividad destinada a producir proteínas de calidad, con el objetivo principal revertir los daños provocados por las prácticas implementadas por la industria tradicional insumo dependiente, teniendo como prioridad el cuidado y la salud del ambiente.

Los suelos saludables y vivos son la clave para revertir los efectos provocados por el cambio climático, como la desertificación, las sequías, las inundaciones y el impacto que todo esto provoca en nuestro planeta. El manejo adecuado del ganado y los recursos naturales dentro de un planteo productivo bien organizado son indispensables para lograr la restauración del ecosistema. Se trata de la ganadería basada en los procesos naturales, y no en los insumos.

Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario apunta que, en la actualidad, las cadenas bovina, avícola y porcina combinadas generan cerca del 30% del Valor Bruto de Producción de las cadenas agroalimentarias nacionales. Presentes en las 23 provincias, estas producciones dan trabajo a 440.000 personas, lo que equivale al 21% del empleo generado por las 31 cadenas alimentarias del país, agrega el documento.

Sin embargo, este aporte económico tiene su impacto ambiental. Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), la Argentina ocupa el puesto Nº 33 en el ranking mundial de países emisores de gases de efecto invernadero y el sector agropecuario contribuye con el 44% de esas emisiones, de las cuales el 23% provienen de la ganadería.

A nivel global, las prácticas agrícola-ganaderas representan en la actualidad más del 30% de las emisiones de CO2 que ingresan a la atmósfera.

  • Ganadería regenerativa, una solución

Otra ganadería es posible y debe ser regenerativa. La ganadería regenerativa se basa en la restauración de los suelos, la biodiversidad y el uso eficiente de los recursos naturales que garantizan la mejora continua y estabilidad del negocio ganadero a partir de recuperar los procesos vitales del ecosistema.

La ganadería regenerativa además de ser una actividad destinada a producir proteínas de calidad, tiene como objetivo principal revertir los daños provocados por las prácticas implementadas por la industria tradicional insumo dependiente, teniendo como prioridad el cuidado y la salud de nuestro planeta.

En  este modelo de producción la correcta planificación del pastoreo, respetando las estaciones y los periodos de descanso y recuperación,  representa la clave para restaurar y fortalecer la salud de los pastizales nativos. Para que esto suceda debemos acompañar el ordenamiento y los tiempos de la naturaleza mediante el impacto de los rodeos, pastando en libertad, alimentándose de los pastizales y las diferentes especies de plantas que cada estación provee. En cambio, cuando la producción de carne se lleva a cabo siguiendo los modelos  tradicionales basados en el uso de insumos, empezamos a burlar los ciclos naturales y en consecuencia desarticulamos el delicado balance que los ecosistemas requieren para sostenerse en el tiempo.

La ganadería regenerativa parte de la base de saber que la evolución de un ser vivo está determinada aproximadamente en un 30% por su información genética y en un 70% por la influencia del medio ambiente en el que se desarrolla. Es a partir de comprender y optimizar el vínculo entre el animal y su contexto natural que se logra ingresar en un círculo virtuoso de regeneración, productividad y rentabilidad.

Según un documento de Ovis 21, una empresa B nacida en la Patagonia para promover la regeneración de tierras a gran escala a través de la ganadería, esta forma de producción aumenta la carga animal, reduce la dependencia de insumos, aumenta la producción de forraje y la biodiversidad de flora y fauna; produce alimentos de alta densidad nutricional y secuestra CO2 de la atmósfera.

“Se trata de producir alimentos cuidando y regenerando nuestros recursos naturales y la salud de nuestro planeta”, sostiene Ezequiel Sack, co fundador y CEO de la cabaña Genética del Este, una firma especializada en innovación ganadera que se convirtió en la primera cabaña bovina con certificación “Empresa B” a nivel mundial.

Una de las grandes fortalezas de la cabaña  Genética del Este, que la distingue de la producción ganadera tradicional, radica en contar con varias generaciones de rodeos adaptados a los ambientes naturales trabajando en la regeneración de pastizales nativos.

De esta manera, ha logrado, mediante la implementación del manejo holístico y la selección natural y funcional de los animales, generar rodeos con requerimientos y capacidad de adaptación acordes al medio ambiente, e incrementar la producción de kilogramos de carne por hectárea.

La firma maneja alrededor de 10.000 cabezas de ganado en aproximadamente 100.000 hectáreas distribuidas en campos de Chubut, Santiago del Estero, Santa Fe y la provincia de Buenos Aires.

“La matriz de nuestra compañía es impulsar desde la tierra y la producción ganadera, los cambios que el sistema productivo necesita para que todas las personas puedan volver a comer la carne que comían nuestros abuelos. ¿Cómo lo hacemos? Identificando el biotipo animal que mejor se adapta a los recursos naturales disponibles cada región teniendo en cuenta por lo menos tres objetivos fundamentales: la producción de kilogramos de carne por hectárea y no por animal; la regeneración de los pastizales nativos y la captura de carbono; y, finalmente, mejorar la calidad de vida de las comunidades”, explicó el fundador de la empresa.

La empresa “formadora de suelos” trabaja para transformar los pastizales nativos en la  mejor carne: “la carne que hace bien”, definió el empresario.

“Nuestro propósito es promover el desarrollo sostenible de la producción pecuaria, transformándola en una actividad consciente, rentable, en armonía con las personas y el medio ambiente. Trabajamos para lograr un futuro más deseable, donde la ganadería regenerativa no solamente sea una actividad primaria asociada a la producción de proteínas, sino también sea valorada por los servicios eco-sistémicos que devienen de ella”, concluyó Sack.

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