Argentina entre el F 16 de EEUU y el caza chino JF 17

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Escribe Alberto Tejedor*

Presión en Argentina para elegir entre el F-16 de EE.UU. y el caza chino JF-17.
En Washington hay congresistas que creen que Buenos Aires pretende instalar una fábrica de JF-17, lo que se describe como un “trato con el diablo”.

América Latina ha dejado de ser lo que los políticos de Estados Unidos llamaban su patio trasero para convertirse en parte del tablero geopolítico donde las grandes potencias dirimen su futuro comercial y militar.

El último ejemplo de esta tendencia es el movimiento del gobierno argentino de Alberto Fernández para comprar cazas de guerra chinos JF-17 frente a otras opciones de países occidentales.

El caza chino Jf-17 es un firme candidato para Argentina, pero varias informaciones apuntan que compite contra el HAL Tejas de la India, el MiG-35 de Rusia y los F-16 daneses de segunda mano.

El malestar en Washington ante la posibilidad de que un viejo socio se eche en brazos de Pekín activó las alarmas el año pasado, cuando Washington frenó con presión diplomática la adquisición de aviones chinos por parte de Argentina.

Pero ahora, de nuevo Buenos Aires ha reabierto el debate ante la necesidad de tomar una decisión para sustituir a su vieja flota de aviones de guerra.

La noticia saltó cuando la embajada argentina en Pekín difundió en su cuenta de Weibo que el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, y el ministro de Defensa argentino, Jorge Taiana, se reunieron recientemente para discutir planes para cooperar con Pekín en materia de defensa y seguridad.

Al parecer, los representantes chinos y argentinos discutieron la posibilidad de coproducir el avión.

Hace una semana, la congresista estadounidense María Elvira Salazar dijo que “una fábrica de cazas chinos en Argentina es una muy mala idea”. Según Salazar, Buenos Aires pretende instalar una fábrica de JF-17, lo que describió como un “trato con el diablo”.

Argentina tiene interés en adquirir los aviones JF-17 Thunder, que son desarrollados conjuntamente por China y Pakistán y que superan la velocidad del sonido. Buenos Aires también quiere comprar al gigante asiático vehículos blindados 8×8 fabricados por la firma china North Industries Corporation (Norinco) para “satisfacer las necesidades de los militares argentinos para mantener la unidad y la estabilidad”, según el comunicado de Weibo.

En total, el plan consiste en la adquisición de unos 40 vehículos blindados 8×8 junto y unos 12 aviones JF-17 por un valor estimado de 664 millones de dólares. Argentina se convertiría así en el primer país latinoamericano en operar los aviones JF-17 y ampliaría el alcance del equipo militar chino en la región.

Más allá del origen de estos aviones, el debate político en Argentina gira en torno a la idea de si el país se puede permitir un gasto militar como el que se plantea cuando tiene necesidades acuciantes. Los que están a favor aseguran que el país necesita recomponer su fuerza aérea después de años maltratada.

La derrota contra Reino Unido en 1982 por la crisis de las Malvinas, las crisis económicas y las sanciones de EE.UU. tras el conflicto bélico afectaron negativamente.

Durante la guerra de las Malvinas, Argentina poseían 240 aviones de combate, pero en la actualidad solo dispondría de veinte cazabombarderos A-4AR Fighting Hawk estadounidenses creados para la Fuerza Aérea argentina en 1995, menos de diez aviones de entrenamiento Pampa III y ningún caza supersónico.

  • Malvinas y China

Argentina tiene una flota envejecida y viejos conflictos territoriales que sigue supurando, como el de la islas Malvinas, cuya soberanía reclama Buenos Aires a Reino Unido.

En este caso, China apoya la reclamación de Argentina de ejercer plena soberanía sobre las Malvinas y ha expresado su disposición a profundizar la cooperación estratégica con el país latinoamericano.

Los lazos entre Argentina y China se han ido estrechando en los últimos años.

La congresista de EE.UU. María Elvira Salazar afirmó recientemente que Argentina “ha permitido al Partido Comunista Chino el control total de las operaciones de una estación espacial, que tiene un tamaño aproximado de 400 campos de fútbol y está situada en medio del desierto patagónico”, en referencia a la base china de Neuquén, que oficialmente se dedica a investigaciones espaciales.

Fuente: La Razón 

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