Hay otras formas de mirar el mundo

Hay otras formas de mirar el mundo. Unir el Asperger y el arte es un pasaje del silencio a la escena y ha sido, para motor de creatividad feroz.

Escribe Marcelo Pensa*

Hoy, con más visibilidad y menos prejuicio, la cultura empieza a dejar de mirar desde afuera para escuchar desde adentro.

“No soy raro. Simplemente, mi cerebro está cableado de otra forma”.
Temple Grandin

Hay artistas que parecen estar hechos de otra materia. Que observan el mundo desde un ángulo imprevisto, se enamoran de detalles que a otros les resbalan o se adentran sin miedo en laberintos de palabras, sonidos o colores.

Muchas veces, detrás de esa forma tan intensa y única de crear, se asoma el síndrome de Asperger: una condición que ha dejado huellas profundas -a veces invisibles- en la cultura, el cine, el teatro, la música y la literatura.

El Asperger forma parte del espectro autista. Suele venir acompañado de intereses muy específicos, la necesidad casi vital de rutinas, una sensibilidad sensorial a flor de piel y cierta dificultad para descifrar esas normas sociales que nunca se escriben pero todos parecen conocer.

Y, sin embargo -o quizá precisamente por eso-, esas características han sido para muchos artistas motores de creatividad feroz.

Porque el arte, en el fondo, siempre ha sido refugio, altavoz y, a veces, salvavidas para quienes ven el mundo con otros ojos.

“Las personas con Asperger suelen desarrollar talentos notables en campos artísticos, técnicos o científicos, precisamente porque su percepción distinta del mundo les permite observar detalles que otros pasan por alto. Su creatividad no está limitada, sino canalizada de forma muy intensa”. Dr. Tony Attwood, psicólogo clínico, especialista en Asperger (Foto de portada).

Tony Attwood, una de las máximas autoridades en Asperger, lleva décadas insistiendo en lo mismo: no se trata solo de dificultades, sino también de dones.

En The Complete Guide to Asperger’s Syndrome, dedica páginas enteras a explicar cómo esa manera singular de procesar la realidad puede convertirse en combustible artístico o analítico.

Entre los nombres que se mencionan, aunque sin diagnóstico oficial, aparece Stanley Kubrick.

El creador de 2001: Odisea del espacio y El resplandor fue famoso por su obsesión casi hipnótica por el detalle, su hermetismo y su perfeccionismo milimétrico, rasgos que muchos asocian al espectro.

También Andy Warhol, con su frialdad afectiva y la repetición mecánica de imágenes, parece moverse en un territorio mental donde lo literal domina lo emocional.

En literatura, la figura de Emily Dickinson -recluida casi toda su vida, tejiendo versos íntimos y enigmáticos- o la de Lewis Carroll -capaz de mezclar lógica matemática y absurdo puro en Alicia en el país de las maravillas- nos recuerdan que hay cerebros que construyen universos paralelos porque el mundo que pisan les queda incómodo.

En la cultura pop, el ejemplo más conocido (y debatido) es Sheldon Cooper, de The Big Bang Theory. Sin mencionarlo nunca, los guionistas admitieron que se inspiraron en el Asperger.

Su genialidad, rigidez y literalidad arrancaron carcajadas… pero también críticas, por reforzar clichés que poco tienen que ver con la realidad cotidiana de las personas en el espectro.

Por suerte, en los últimos años, la ficción ha afinado la mirada. Atypical (Netflix) cuenta la vida de Sam Gardner, un joven autista que busca amor, independencia y su lugar en el mundo.

Si bien en su primera temporada recibió críticas por no incluir actores autistas, la serie corrigió el rumbo y sumó voces reales. Un pequeño pero importante paso para que las historias se cuenten desde dentro.

En cine, Temple Grandin (HBO) es una joya. Claire Danes encarna a la científica y activista que, gracias a su manera singular de pensar, revolucionó la industria ganadera.

La película esquiva tanto la compasión fácil como el mito del “genio atormentado”, y muestra algo mucho más luminoso: que otra forma de mirar puede cambiarlo todo.

Más cerca, y menos conocida, está Casi leyendas (2017) de Gabriel Nesci.

Allí, Santiago Segura interpreta a Axel, un músico español con rasgos de Asperger que viaja a Buenos Aires para reunir a su vieja banda.

Axel es literal, rutinario, algo retraído… pero también noble, gracioso y dueño de una ternura inesperada.

Segura lo compone sin caricatura ni ridiculez, construyendo un personaje humano, complejo, donde el Asperger no es una etiqueta sino una pieza más del puzzle. Como él mismo dijo:

“Quise hacer un tipo que se siente diferente, pero no necesariamente un enfermo. Quería mostrarlo como alguien que simplemente ve las cosas de otra forma”.

En teatro, la adaptación de El curioso incidente del perro a medianoche (National Theatre) es otro ejemplo brillante. Christopher, su protagonista, vive con hipersensibilidad, rutinas férreas y una literalidad absoluta.

Sucede que, en el escenario, luces, sonidos y escenografía logran transmitir al público lo que significa habitar un cerebro que interpreta el mundo de forma diferente.

También la música ha dado figuras vinculadas -con más o menos certeza- al espectro.

Glenn Gould, el pianista canadiense que transformó para siempre la interpretación de Bach, era famoso por su aislamiento voluntario, su aversión a la vida pública y un perfeccionismo casi obsesivo.

Escucharlo es asomarse a un orden mental radicalmente distinto (perfil en The New Yorker).

Quizá la lección más valiosa de todos estos casos es que el Asperger no es sinónimo ni de tragedia ni de genialidad. Es simplemente otra forma de estar en el mundo.

Y cuando el arte recoge esa diferencia y la convierte en obra, algo poderoso sucede. Porque el arte, igual que la neurodiversidad, se alimenta de lo inesperado.

“No se trata de etiquetar a genios del pasado, sino de reconocer que siempre hubo -y habrá- muchas formas válidas de habitar el mundo”

Hoy, con más visibilidad y menos prejuicio, la cultura empieza a dejar de mirar desde afuera para escuchar desde adentro. No para convertir el Asperger en espectáculo, sino para abrazar, por fin, todas las formas de mirar.

*Periodista argentino 

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