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El azúcar es objeto de conflicto en el Mercosur por la intención de Brasil de imponer libre comercio para este producto en la región.

Desde el sector azucarero argentino advirtió sobre el grave perjuicio que significaría incluir el azúcar en la unión aduanera regional como propone Brasil.

La intención manifestada por el presidente de Brasil de incorporar el libre comercio de azúcar en el ámbito del Mercosur resulta inadmisible para el sector azucarero argentino.

El azúcar es objeto de conflicto en el Mercosur por la intención de Brasil de imponer libre comercio para este producto en la región y el sector azucarero se opone.
El azúcar es objeto de conflicto en el Mercosur por la intención de Brasil de imponer libre comercio para este producto en la región y el sector azucarero se opone.

En caso de concretarse, significaría un grave perjuicio para la economía del NOA al tener que competir en condiciones muy desiguales con la producción de Brasil, que viene de largos años de subsidios.

Al hablar en la Cumbre del Mercusor realizada en Buenos Aires, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, planteó que hay “obstáculos que superar, como la inclusión de los sectores automotriz y azucarero en nuestra unión aduanera”.

Debe recordarse que el objetivo del Plan Proálcool (Programa Nacional do Álcool), implementado por Brasil en 1975, fue sustituir parcialmente las importaciones de combustibles fósiles mediante la producción y uso masivo de etanol derivado de caña de azúcar.

Ese programa implicó décadas de subsidios directos e indirectos, financiamiento estatal a tasas preferenciales, incentivos fiscales y precios regulados, generando una estructura productiva fuertemente apalancada por el sector público.

Las consecuencias de estas políticas incluyen la creación de una capacidad productiva excedente sostenida artificialmente.

Además, la acumulación de capital y tecnología en el sector, no hubiese sido posible sin la intervención estatal.

Esa intervenció generó un mercado cautivo y protegido, con acceso prioritario de la caña al mercado energético interno y con subsidios cruzados entre el azúcar y el etanol.

Este proceso produjo mayores distorsiones competitivas a nivel regional e internacional.

Tanto es así que, en el Mercosur, estas situaciones han sido formalmente reconocidas como asimetrías que justifican tratamientos arancelarios diferenciales (GMC, Acta de la VI Reunión del 23 al 25 de junio de 1992, Documento 1).

En esta industria, Argentina tuvo en cuenta al mercado interno y a la actividad azucarera como economía regional clave, fundamental para el empleo, la generación de valor agregado y la cohesión social en el Noroeste Argentino.

La política seguida por Argentina busca evitar los impactos de la competencia desleal.

Un mercado libre para el azúcar, en la economía regional, implicaría la circulación libre para un producto subsidiado durante décadas y con ventajas acumuladas artificialmente.

Esto generaría un claro perjuicio de la competitividad y sostenibilidad para la industria local, que opera sin subsidios equivalentes y que constituye un instrumento de desarrollo y equilibrio territorial.

Hasta ahora, Argentina mantiene aranceles y medidas de administración de comercio sobre el azúcar, consistentes con los acuerdos internacionales y con las normas y autorizaciones vigentes en el Mercosur.

Esta política es defendida por el sector azucarero como un mecanismo legítimo para evitar el impacto interno negativo de distorsiones de larga data originadas en el mercado brasilero.

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