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Escribe Karin Silvina Hiebaum de Bauer*

El dilema cultural de la Argentina requiere una reflexión sobre la empatía social y el comercio exterior.

Es necesario, inclusive, analizar la influencia del fútbol y las divisiones sociales en el compromiso de Argentina en América Latina.

Argentina es un país con una rica herencia cultural y una pasión intensa por el fútbol que desarrolla un interés nacional significativo.

Sin embargo, esta devoción puede ser un arma de doble filo, al crear divisiones en lugar de fomentar la unidad.

El fervor por el fútbol a menudo desplaza discusiones críticas sobre problemas sociales y económicos más apremiantes, un fenómeno que encuentra eco no sólo  el contexto argentino, sino también en toda América Latina.

Contemporáneamente, la sociedad argentina se ve afectada por profundas disparidades económicas y sociales.

La falta de empatía entre diferentes grupos sociales tiende a intensificarse en un ambiente donde el fútbol se convierte en el centro de la interacción.

En lugar de abordar colectivamente desafíos sobre injusticias sociales o dificultades económicas, muchas comunidades priorizan o se encierran en sus rivalidades futbolísticas.

Esto limita el desarrollo de un diálogo sociopolítico profundo, inteligente y constructivo que podría facilitar soluciones a los problemas que enfrenta el país.

  • Interpretación

En su papel como unificador, el fútbol también puede generar tensiones.

Las rivalidades que surgen de este deporte a menudo dividen a la sociedad en facciones, lo que impide un enfoque colaborativo para resolver problemas más amplios como la pobreza, la corrupción y la falta de educación.

Mientras los ciudadanos invierten su energía en el seguimiento de sus equipos, se desatienden las cuestiones críticas que requieren atención y acción.

Además, esta cultura de división repercute en la posición de Argentina en el contexto de América Latina.

El país tiene un enorme potencial para ser un líder en comercio y cooperación económica en la región, pero las divisiones sociales pueden obstaculizar ese progreso.

La incapacidad para unir fuerzas y abordar las necesidades comunes hace que Argentina pierda oportunidades de formación de alianzas que podrían beneficiar no sólo a la Nación sino también a sus vecinos en la región.

  • Crítica

La cultura del fútbol en Argentina, si bien es fuente de orgullo, contiene también un elemento de disfunción social.

En lugar de ser un medio para fomentar el entendimiento y la colaboración, se ha convertido en un vehículo para las tensiones y los conflictos.

Las pasiones generadas por el fútbol y el sport business pueden eclipsar importantes discusiones sobre políticas económicas, derechos humanos y justicia social, lo que acorta la visión de la sociedad sobre lo que es realmente necesario para avanzar.

Para conducir a Argentina hacia un futuro más prometedor y cohesivo, es vital que se promueva una cultura de empatía y diálogo constructivo entre sus ciudadanos.

Esto implica no sólo una reevaluación de la importancia que se le da al fútbol, sino también un compromiso explícito con temas de desarrollo y bienestar social.

Las comunidades deben aprender a canalizar su pasión hacia la creación de un entorno que favorezca la colaboración, el entendimiento y el progreso.

Los líderes políticos, empresariales y comunitarios deben tomar la iniciativa en este sentido.

Las pasiones generadas por el fútbol y el sport business pueden eclipsar importantes discusiones sobre políticas económicas, derechos humanos y justicia social.
Las pasiones generadas por el fútbol y el sport business pueden eclipsar importantes discusiones sobre políticas económicas, derechos humanos y justicia social.

Hay que fomentar espacios donde se pueda discutir cómo abordar las disparidades sociales y económicas de manera conjunta, promoviendo una visión colectiva para el país.

Estos espacios permitirán que los ciudadanos vean más allá de las rivalidades futbolísticas y se centren en un bien común que prioriza el desarrollo de Argentina como Nación.

  • Conclusión

En conclusión, el dilema cultural de la Argentina no sólo tiene repercusiones en su propio suelo, sino que también afecta su capacidad para actuar de manera efectiva en el contexto latinoamericano.

La falta de empatía y la obsesión por el fútbol pueden impedir que la Nación se una en torno a objetivos comunes e importantes.

Sin embargo, si Argentina puede transformar su pasión por el fútbol en un puente para fomentar el diálogo y la empatía.

No sólo mejoraría su situación interna, sino que también podría desempeñar un papel crucial en el fortalecimiento de vínculos comerciales y relaciones sociales dentro de la región.

Iniciar un cambio hacia una cultura más empática y unida puede abrir expectativas de progreso tanto a nivel local como regional.

A medida que los ciudadanos aprendan a equilibrar su amor por el fútbol con un compromiso hacia la construcción de una sociedad más justa, Argentina tendrá la oportunidad de avanzar, no sólo como un país apasionado por el deporte, sino como un líder en América Latina que promueve la cohesión social y el desarrollo económico.

*Periodista argentina. Magister en Psicologia Clínica y de la Salud Mental. Magister en Relaciones Internacionales. MBA especializada en Administración de Empresas aplicación del Gemba-Kaizen. Secretaria Nacional del FPÖ austríaco. Editora y Corresponsal de Exteriores de masprensa.com

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