Los brigadistas contaron en detalle cómo se desmalezó, manualmente, y como se removió todo el material combustible (pastos secos), en franjas de 5 metros de ancho por kilómetros de largo, utilizando herramientas manuales como machetes y palas, y otras más específicas como la pulaski (piocha y hacha), el azadón y la Mc Leod, entre otras.
El objetivo de estas barreras cortafuegos siempre es detener el avance de los extensos focos de fuego que avanzaban frente a ellos impulsados por el viento del este, con el río Paraná a sus espaldas.
De ese modo, este medio centenar de brigadistas, formados y certificados para actuar en incendios forestales, lograron acotar el avance del fuego, el cual, cuando se agotó el material combustible, se fue agotando.
Durante sus tareas, relataron los brigadistas de Ceibas, justo antes de replegarse al cabo de la primera jornada, su grupo de tareas fue rodeado y encerrado por el fuego, lo que los obligó a huir sumergiéndose en un arroyo.
Con su relato, los brigadistas expusieron la innegable necesidad de contar con más brigadistas formados en toda la provincia, para que con el equipamiento adecuado, se pueda cumplir con el control de incendios prometido en leyes y planes.