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El nuevo analfabeto global existe. Pensar no es opcional, es urgente. La inteligencia artificial avanza. La inteligencia natural retrocede.

Escribe Héctor A. Leis*

Actualmente, en este mundo, la inteligencia artificial escribe poemas y los celulares predicen lo que vas a escribir antes de que termines de pensarlo.

Estamos en un tiempo en que podés preguntarle a una heladera cuánto dura un limón. Pero la nueva gran tragedia no es la falta de tecnología. Es la falta de pensamiento.

Por todo esto es que el nuevo analfabeto global existe.

Porque como decía un sabio anónimo de nuestros pagos: “una mente sin criterio es como una Ferrari sin volante: por más que corra, se va a estrellar igual”.

Hoy no se trata sosólo  saber leer, escribir, programar o manejar software de última generación.

El nuevo analfabeto global existe y es el verdadero analfabeto del siglo XXI.

Es el que no sabe razonar por sí mismo. El que repite lo que escucha en la tele, en TikTok o en una cadena de WhatsApp como si fuera palabra santa.

También es el que grita consignas sin entenderlas. El que elige candidatos como quien elige un shampoo por el envase. El que confunde libertad con egoísmo, y datos con memes.

En este tiempo, el filósofo coreano Byung-Chul Han advierte que vivimos en una “sociedad del cansancio”, saturada de información, ruido, estímulos, pero con cada vez menos capacidad para reflexionar.

Lo paradójico es que nunca tuvimos tanto acceso al conocimiento, y sin embargo nunca se pensó tan poco.

Es como si estuviéramos todos en una suerte de WiFi existencial pero con el cerebro en modo avión.

El nuevo analfabeto global existe y eso, claro, no es casual.

Decía Noam Chomsky: “Si mantenés a la gente ignorante, no necesitás reprimirla”.

El problema no es que falte educación: es que sobra manipulación. Una democracia no se construye solo con urnas, se construye con ciudadanos críticos. Y eso es justamente lo que más escasea.

  • ¿Inteligencia artificial o estupidez humana?
Desde Sócrates hasta Foucault, pensar por uno mismo siempre fue un acto revolucionario.
Desde Sócrates hasta Foucault, pensar por uno mismo siempre fue un acto revolucionario.

Sucede que mientras se habla de Inteligencia Artificial, algoritmos cuánticos y asistentes virtuales que te ordenan la vida, muchos se olvidan de que el pensamiento humano sigue siendo insustituible.

Pero pensar duele: implica dudar, revisar creencias, discutir con argumentos, leer autores que no te gustan, salir de la zona de confort ideológica.

Es más fácil repetir lo que dice tu influencer político de turno o votar con bronca antes que con razonamiento.

Martín Tetaz, dijo en una charla: “La gente no vota ideas, vota relatos”. Y no está tan errado.

El problema es que muchos de esos relatos vienen con la lógica de los jingles publicitarios: pegadizos, vacíos y difíciles de erradicar.

Desde Sócrates hasta Foucault, pensar por uno mismo siempre fue un acto revolucionario.

Pero hoy, más que nunca, cuando todo empuja a la simplificación, al grito fácil, al odio exprés, ejercer el pensamiento crítico es casi un acto de rebeldía. Y eso molesta.

En este tiempo, el politólogo francés Pierre Rosanvallon afirma que la democracia moderna ya no teme tanto a los golpes militares, sino a los golpes blandos del pensamiento único, disfrazado de sentido común, de mercado, de “racionalidad económica”.

Este tiempo es así. El nuevo analfabeto global existe sí. Pero también hay analfabetismo económico.

Creer que el Estado es siempre el enemigo, que la inflación se combate con fe y motosierra, o que los pobres lo son porque no se esfuerzan, es no entender ni el abecedario de la economía real.

Y ni hablar de los que creen que eliminar derechos es modernidad, o que todo lo público es ineficiente por definición.

  • Pensar duele… pero anestesiarse es peor

En este tiempo en que el nuevo analfabeto global existe, los algoritmos te dicen qué mirar.

Las redes sociales te refuerzan lo que ya pensás. Y mientras tanto, el mundo se vuelve más desigual, más injusto y más alienante.

¿Y vos qué hacés? ¿Te reís de un meme? ¿Le das RT a una fake news? ¿Te indignás cinco minutos y después a otra cosa?

En una aguda sentencia, alguien dijo que “las redes sociales le han dado derecho a hablar a legiones de idiotas”. Pero el problema no es que hablen, sino que se crean sabios.

El problema es que el que no piensa, vota igual. Y su voto vale lo mismo que el de quien leyó, razonó y debatió.

Esto es injusto? Tal vez. ¿Democrático? También. Por eso el mayor acto político hoy no es sólo militar una causa, sino educar el pensamiento, cuestionar los relatos cómodos, buscar la verdad aunque duela, aunque incomode.

Porque si no pensás por vos mismo, alguien ya lo está haciendo por vos querido lector. Y no necesariamente con buenas intenciones.

El nuevo analfabeto global existe. Por eso, pensar no es opcional. Es urgente.

Y si la inteligencia artificial avanza, pero la inteligencia natural retrocede, vamos a terminar en un mundo lleno de robots brillantes… y humanos opacos.

*Abogado. Ciudadano argentino. Director de la Revista DRF

**Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad en ejercicio del derecho constitucional a la libre expresión sin censura previa y no necesariamente reflejan la línea editorial de SRSur News Agency

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