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Escribe Jorge Knoblovits*

El riesgo de los discursos antisemitas, antes y después: antes y después del 7 de octubre.

Antes, ciertas ideas antisemitas se planteaban de manera distinta. Se lo hacía en el marco de la corrección política.

Se vertían algunas referencias a las políticas del Estado de Israel o alguna breve sugerencia sobre colonialismo. Pero provenían de los mismos de siempre. De ese territorio en el que sectores ignorantes de izquierda y falsos progres convergen con algunos núcleos de una derecha antisemita y no se animaban a sacar la cabeza con valentía. Lo hacían solo en espacios propios y marginales.

Pero después del 7 de octubre se animaron a salir del closet, ese lugar donde Hamas nunca permitiría salir a nadie, porque los matan también.

En algunos discursos, todo parece dar lo mismo. La Biblia y el calefón. Algunos llegan al extremo de convertirse en emisores del odio, consumidores de la estupidez y propagadores de la judeofobia. Es la dificultad para distinguir, que suele explicarse en ciertos casos por la ignorancia.

Pero no es inocente. Hay componentes de antisemitismo. Parafraseando a alguien, decimos: “Es Hamas, estúpido…”. Es aquel que tortura, es aquel que viola, es aquel que quema personas vivas. Es el que secuestra individuos, ilusiones, éticas.

  • ¿Hay antisemitismo o ignorancia?

Algunos discursos esconden posiciones antisemitas. Llegan al punto de transformarse en portavoces del fascismo y de ser condescendientes con aquellos que contagian de miseria al mundo. Contra eso debemos combatir.

Debemos mantener la ilusión abrazada en los últimos 20 años. La ilusión con la que al antisemitismo le dábamos combate todos los días y desde todos los ángulos.

Ése es el camino. Seguir abrazando ilusiones y también tareas como la educación, además de aplicar sanciones en los casos en los que corresponda frente a actitudes que puedan encuadrarse como antisemitismo.

Hay sectores que no saben distinguir entre Gaza y Cisjordania. No saben distinguir entre Hamas y la Autoridad Nacional Palestina. No conocen la diferencia entre democracia y terrorismo. Sólo saben distinguirnos a nosotros, con ese marcaje antisemita que nos colocan.

Yo les digo que no me marquen como judío. Me marco solo como lo hacemos todos, con pasión y con orgullo.

No hace falta que pinten una Estrella de David en nuestras casas. Tenemos Mezuzot y velas al iniciar el Shabat los viernes cuando sale la primera estrella. Tenemos sinagogas, colegios y clubes llenos de vida. Tenemos nuestros cementerios con nuestros muertos.

La Argentina es un país de paz y de convivencia. Esperemos no tener que convivir con expresiones o actitudes de odio o de prejuicio hacia el pueblo judío.

*Presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas ArgentinasDAIA

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