En la economía argentina ya estamos dolarizados
Escribe Alejandro Barros*
En la economía argentina ya estamos dolarizados.
La economía argentina tiene múltiples problemas, déficit fiscal, déficit de balanza de pagos, inflación, pobreza que no para de crecer, tasas de deuda estatal astronómicas, etc., pero hay un problema de base que año a año invadió como un parásito, el circulante monetario del país.
- El problema del monetarismo
La conducción económica actual dista de entender correctamente el problema del monetarismo imperante actualmente, y lejos está de entender que el circulante oficial es menos del 35% de la circulación real, pérdida de las tres características para ser una moneda.
El Banco Central en particular, adolece de desconocimiento desde el momento que sus estadísticas sobre el movimiento monetario de centra en el peso argentino, y no toma en cuenta la circulación de dólares (solo en el mercado inmobiliario se publica en dólares la cantidad de moneda emitida nacional).
Hay que entender primero que el circulante monetario es a la economía como la sangre al cuerpo, permite intercambiar esfuerzo de diferentes partes de los componentes del circuito económico, perfeccionando trueques entre personas que no tienen relación entre sí.
Cuando en el neolítico algún criador de cabras quería cambiar por pescado o trigo su producción, buscaba quien explote esos productos y los intercambiaba. Los precios eran claros, una cabra equivalía a una cantidad de pescado y, hoy, cuando se estudia esas equivalencias se puede graficar en las curvas de indiferencia.
La aparición de las primeras urbes sobre el final del neolítico con sus mercados de multiproductos incrementó el nivel de dificultad para los intercambios, siendo necesarios patrones como cabras, conchas, sal, o metales, que ocupen el lugar de ese patrón necesario de equivalencia. Así surgió el concepto de moneda, pero también surgió la avaricia de los que dirigían las ciudades y sus mercados, tratando de introducir más de ese material que se utilizaba de patrón para beneficio propio del soberano, o como le llamamos en criollo “el patrón de estancia”.
Esta artimaña de los “mandamás” de introducir más patrones de intercambio, que lo que los mercados necesitan, provoca que el patrón pierda valor, o básicamente se “devalúe”. Esta devaluación se llevó al extremo de que los señores de una zona, cobraban los impuestos raspando las monedas en circulación quitándole material para acuñar nuevas monedas. Este sistema se la llamó “señoreaje”, y hoy en día se utiliza con la emisión de moneda que hacen los Bancos Centrales.
- Tres características
La moneda tiene tres características, ser la unidad de transacción en una economía, ser la unidad de cuenta (patrón de contabilidad) en esa economía, y ser reserva de valor para que el vendedor de cabras pueda almacenar ese valor y, en el tiempo, comprar otro bien. Este concepto de “reserva de valor” significa que conserva como si fuera un freezer el valor de poder adquisitivo del esfuerzo del productor o trabajador en el tiempo, siendo la característica fundamental para mostrar la solidez del sistema monetario.
En una economía cerrada se mide la cantidad de dinero que se necesita de acuerdo a la cantidad de bienes que se transan, y en el tiempo que se necesita para obtener el bien a consumir, o sustituto o complementario que se necesite. Este cálculo lo hacen los Bancos Centrales, siendo organismos que tienen que tener especial cuidado en mantener las tres características de la moneda.
Cuando aparece el concepto de economía abierta, el país que mantiene más estable las tres características de la moneda, y su interrelación, el resto de la economía supera en confiabilidad a la de sus vecinos. Argentina llegó a tener una de las monedas más estables del planeta a principios del siglo XX, hasta que la tentación del señoreaje fue utilizada como política populista en un intento de perdurar en el gobierno de parte de políticos, que no entendieron que la economía monetaria tiene que ser estable para tranquilizar y agilizar los intercambios en la población.
- Reserva de valor
Con el tiempo, el argentino ha buscado la alternativa de protección de ahorros (reserva de valor) en el dólar norteamericano que es la moneda que más circula en el mundo. Antes fue la Libra esterlina y el oro.
El dólar ha reemplazado al peso como reserva de valor, unidad de cuenta, y parcialmente en medio de transacción, especialmente en las transacciones inmobiliarias, infraestructura, deuda, granos, minerales, y especialmente en el mercado cambiario que es el más grande en volumen del país a pesar de todas las medidas restrictivas del gobierno.
En un país con una economía monetaria normal se protege la moneda propia por ser reserva de valor de la población, y se reserva el uso de la moneda extranjera para equilibrar la balanza de pagos y en especial optimizar el comercio exterior. Este concepto parece perdido en la estrechez de conocimientos que muestran los dirigentes de nuestro país.
Continuamente se escucha a integrantes del gobierno manifestar la necesidad de dólares y que la población no demande este bien tan preciado para el concepto de gobierno, olvidando y menospreciando el peso argentino.
Sin entrar en detalles de cálculos, pero este menosprecio del gobierno por la propia moneda lleva a que, a mayor cantidad de dólares en circulación, principalmente fogueado por el gobierno en un intento infructífero de monopolizar la circulación de esta moneda, comprime relativamente al peso argentino en su valor relativo de cambio, devaluándolo cada vez más.
Al tratar de restringir el acceso al dólar provoca su mayor demanda, en detrimento del peso, haciendo que el tipo de cambio real aumente (en realidad se deprecia el peso), distanciándolo cada vez más del valor oficial, al cual un porcentaje muy chico de la población tiene acceso.
Esta destrucción de la moneda propia es destrucción de valor del trabajo o devaluación, por eso se considera es el impuesto más distorsivo y empobrecedor de una población. Esto trae como consecuencia destrucción de crédito, falta de financiamiento del mismo gobierno que comienza a imprimir más dinero, elevación de las tasas, etc, con consecuencia de más pobreza. En síntesis, una mala praxis de gobierno total, heredada de un período presidencial a otro desde que tengo memoria en mis casi seis décadas de existencia.
Pero siempre hay luz al final del camino, y sólo se necesita emular a los países que hacen las cosas bien, y no inventar nada raro. Los países desarrollados del mundo tienen libre cambio, sin restricciones, pero la carga impositiva de esa operación comercial hace que la moneda extranjera no sirva como reserva de valor o intercambio de bienes, que en Argentina se podría perfectamente utilizar el Impuesto al Valor Agregado que está específicamente exceptuado para esta operatoria, eliminando el impuesto PAIS, retenciones de ganancias, y retenciones de exportaciones.
Este mecanismo permitiría, en el mercado interno, recobrar nuestra propia moneda como circulante, llegando al extremo de necesitar inyección de moneda por necesidad de evitar una revaluación brusca del peso, permitiendo al gobierno autofinanciarse por varios períodos de gobierno eliminando impuestos.
*Economista argentino
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