La independencia de los Bancos Centrales sigue como incógnita en el juego del poder global
Escribe Roberto Daniel Crema*
La independencia de los Bancos Centrales sigue como incógnita en el juego del
poder global y persiste la dicotomía entre Igualdad y Equidad.
En el mercado interno, dos competidores fabrican y ofrecen el mismo producto repartiéndose la demanda exactamente en partes iguales. En un momento y por X motivo, la demanda crece. Uno de los oferentes decide solicitar un crédito para expandir su producción y abastecer dicho aumento de demanda, y así intentar (entre otros objetivos) reducir los costos de producción, ya sea incorporando nueva tecnología o simplemente por aumento de la misma.
Hay una concatenación de potenciales consecuentes supuestamente positivos en su conducta, porque si baja los costos de producción y vende más, obtendrá mayores ganancias y así podrá devolver el crédito con más facilidad y menor riesgo.
El segundo elige un camino distinto y más conservador: sube el precio de su producto. El primer oferente será el optimista, el segundo, el conservador.
Ahora, si apelamos al pensamiento de Rudolf Carnap**, imaginemos un dominio en el cual todos los rubros de la economía se reparten de la misma manera, los oferentes de cada grupo en los que se clasifica la economía adoptan la misma conducta dispar entre ellos, y la posibilidad de que se incorpore un nuevo oferente a cada sector, debido al aumento de oferta, es baja.
También anexemos a la condición del dominio específico sobre el que intentamos elaborar
un conjunto de inferencias lógicas, un gobierno cuya idea política es no interferir en la competencia de mercado, y un banco central conducido por individuos con ideología semejante.
Dado que uno de los oferentes aumentará el precio y el otro no puede abastecer toda la demanda, inexorablemente el IPC crecerá, gobernado por la conducta conservadora. Ergo, el Banco Central subirá la tasa de referencia, y con ello, la posibilidad de que el oferente que obtuvo un crédito deba pagar más intereses y así sacrificar ganancias, o incluso,
caer en la necesidad de trabajar a pérdida o reducir gastos (incluido personal) para evitar perder dinero.
Aquello que a priori ofrecía potenciales beneficios imaginados con justa racionalidad a cuya expectativa disparó la conducta emprendedora, el trato equitativo convirtió en un consecuente real negativo.
Aquí se puede abrir otros condicionales de dominio, por ejemplo, dado que el gobierno posee una ideología asociada al libre mercado, no sería descabellado pensar que permitirá el ingreso de un tercer oferente (digamos un importador) con el objetivo de aprovechar el margen de ganancia que deja el oferente conservador, aquel que decidió subir de precio.
Y si incorporamos una reacción transitoria o intermedia en la concatenación de eventos o proceso dinámico, digamos conflicto e inestabilidad laboral que afecta a la estabilidad de la demanda, es posible crear una coyuntura que incentive al conservador a cambiar de estrategia y decidir bajar al mínimo sus costos de producción; por ejemplo, cerrando la fábrica e importando para abastecer su porción de demanda en éste mercado.
Bajo condiciones de mayor libertad económica y gestión monetaria más ortodoxa o irrestricta (es decir, más predecible), la línea de tiempo conductual en base a principios de acción y reacción tanto individual como sectorial, exhibe claros beneficios o mejores ventajas para aquellos que históricamente adoptaron conductas más conservadoras, en aquellos que buscan mayor poder de negociación y capacidad para concentración, y sobre aquellos que tratan de mantener la virtud de la versatilidad en el control del dinamismo de cambio en su empresa.
Mayor o menor libertad, más independencia, menos coordinación, más o menos posibilidad de ingreso de la competencia, entre otras, son expresiones que denotan mediciones difusas de conceptos compuestos.
Desde la perspectiva optimista, medido en un período de tiempo entre las últimas cuatro décadas, aquellos gobiernos que se enfocaron por desarrollar más y mejor su oferta laboral asociada con actividades que abonan salarios más altos, crecieron más rápido y se desarrollaron de manera más sostenida.
Otro factor que tienen en común estos países, es que sus bancos centrales fueron menos
independientes a la vez que coordinaron estratégicamente sus acciones de manera más cercana a su gobierno.
Por supuesto que para que éste análisis sea aceptado bajo el riguroso escrutinio ejercido por científicos expertos en la materia, es necesario un extenso conjunto de estudios y búsqueda de correlaciones.
La coordinación entre el banco central de un Estado y su gobierno, en búsqueda de alcanzar un desarrollo sostenido y más igualitario para toda su población, no solo estaría venciendo a la idea de necesidad de absoluta independencia de los bancos centrales, también demostraría que el trato equitativo que los bancos centrales independientes le otorgan a los actores de mercado, no sería tan efectivo para combatir la inflación y promocionar el desarrollo como el trato igualitario.
El manejo de políticas monetarias y fiscales con el objetivo principal del desarrollo sostenido, con sus matices, sus conceptualizaciones difusas, y coyunturas particulares, estaría demostrando que las teorías macroeconómicas clásicas, devenidas de la lógica clásica y sustentadas bajo la imposibilidad de contradicción en las relaciones lógicas, no resultan de las más convenientes para el actual sistema socioeconómico global.
La gestión igualitaria en pos alcanzar metas concretas y a priori consensuadas, le
otorgaría al emprendedor mayores, más estables, y mejores condiciones de inversión productiva.
Condición dinámica, que estratégicamente controlada en lazo cerrado, se convertiría en un proceso realimentado positivamente.
No obstante, crecer más rápido y de manera más prolongada, a largo plazo trae sus consecuencias negativas. La meta siempre debería ser el equilibrio global.
Si algo nos enseñó el fenómeno Clever-Hans***, es que lo empírico en el corto plazo puede resultar opuesto a lo empírico en el largo plazo, incluso si se supone la aplicación correcta del método científico. Ello no debe desalentarnos en contra de la aplicación de dicho método, por el contrario, debe alentarnos a realimentar constantemente la teoría con la práctica y viceversa hasta percatarnos de que hemos definido los dominios y sus límites lógicos lo más precisamente posible. A sabiendas de que para la exactitud será necesario un camino más largo.
*Analista económico. Especialista en modelos de sistemas aplicados e Inteligencia Artificial
**Rudolf Carnap fue un filósofo y físico alemán. Desarrolló su actividad académica en Europa hasta 1935. A partir de esta fecha y viendo los sucesos que estaban sucediendo en la Alemania nazi, se estableció en Estados Unidos.
***Clever Hans o Hans “el listo” (en alemán, Hans der Kluge) fue un caballo famoso en Alemania a principios del siglo XX, del que se alegaba que era capaz de realizar operaciones aritméticas (por ejemplo sumar, multiplicar, dividir, trabajar con fracciones etc.) y otras tareas intelectuales (por ejemplo decir la hora, calcular el calendario, distinguir tonos musicales etc.). El caballo hizo grandes presentaciones públicas donde le hacían consultas matemáticas y el animal “respondía” correctamente pateando en el suelo. La fama de Hans der Kluge el caballo matemático traspasó fronteras haciéndose conocido con el nombre en inglés de “Clever Hans” (Hans el Inteligente ).
Ante las dudas de los científicos sobre la supuesta inteligencia animal se creó una comisión especial encabezada por el psicólogo Oskar Pfungst en 1907. La investigación formal demostró que el caballo en realidad no realizaba estas tareas mentales, pero miraba la reacción de sus observadores humanos. Pfungst descubrió en su metodología de investigación, que el caballo respondía directamente a señales involuntarias en el lenguaje corporal del entrenador humano, que tenía las facultades para solucionar cada problema. El entrenador era completamente inconsciente de que él proporcionaba tales señales. En honor a Pfungst la anomalía descubierta fue bautizada como el efecto Clever Hans y ha seguido siendo importante en el conocimiento del efecto de la expectativa, la observación participante y posteriormente estudios en la cognición animal.
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