Pesqueros

Escribe Giuliano Falconnat*

La pesca podría exportar US$ 5.000 millones al año pero es el sector productivo olvidado por la política argentina. Una política sectorial sólida permitiría aumentar de US$ 2.000 a US$ 5.000 millones las exportaciones pesqueras argentinas.

Nadie puede negar que la industria pesquera es un componente más que importante dentro de la matriz productiva argentina, más aún cuando se trata de la provincia de Buenos Aires y del fuerte crecimiento que el sector ha tenido en el Sur de nuestro país.

Puntualmente en Mar del Plata, suceden más del 50% de los desembarques totales de pescado, los cuales ascienden a las 800.000 toneladas al año si sumamos la totalidad de los puertos.

Si bien es cierto que en términos de generación de divisas el aporte no es tan importante (la exportación pesquera deja un saldo de US$ 2.000 millones de dólares anuales contra, por ejemplo, los US$ 25.000 millones que aportó la soja como principal commodity en 2022) su impacto en la generación de puestos de trabajo (directos e indirectos) posee un valor social inconmensurable.

Según la Subsecretaría de Pesca, actualmente la actividad pesquera argentina posee 22.000 puestos de trabajo formales a nivel comercial e industrial, a ellos debemos sumar otro porcentaje importante que lamentablemente trabaja en la informalidad, por lo cual el impacto laboral es aún más importante.

En este sentido, un informe publicado por el Sindicato de Marineros de la Pesca (SiMaPe) en el año 2018 estableció que por cada trabajador a bordo de un barco pesquero se requieren 7 personas en tierra para procesar ese pescado.

Esta proporción se incrementa a medida que los productos adquieren mayor nivel de valor agregado (conservas, congelados, rebozados, productos semi elaborados, etc.) de manera que resulta injusto analizar el aporte pesquero pura y exclusivamente por el ingreso de dólares que supone.

Lo cierto es que nuestro país siempre se ha caracterizado por su potencial agrícola-ganadero que le valió el mote de “granero del mundo” llegando a producir alimentos para una población equivalente a “diez veces la Argentina” e históricamente ha prevalecido el campo por sobre la pesca, a pesar de que nuestro litoral marítimo alcanza los 4.725 kilómetros, y la superficie marítima es mayor a la superficie terrestre.

Si uno observa el organigrama del Estado Nacional, se encuentra con que la Pesca ocupa un rango de Subsecretaría, dentro de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (notemos que se menciona en última lugar) que a su vez se encuentra contenida por el “superministerio” de Economía de la Nación, encabezado por Sergio Massa.

Otro ejemplo que nos demuestra que históricamente se ha llevado a cabo una construcción social que ha dejado de lado a la pesca y le ha quitado importancia al menos en términos de popularidad, tiene que ver con el consumo de productos pesqueros.

Durante 2022 se registró un consumo de 5 kilos de pescado al año por cada habitante, en comparación con 48 kilos de carne vacuna por persona, es decir la décima parte.

Las campañas de fomento al consumo de pescados y mariscos hacen hincapié en los beneficios que estos tienen para nuestra salud; proteínas de alta calidad, vitaminas A, B, D, ácidos grasos saludables del tipo omega 3 y omega 6, entre otros nutrientes.

Si bien dicho esfuerzo aún no se ve reflejado en los niveles de consumo, cuando esto suceda servirá para que la demanda en el mercado interno aumente y la pesca esté presente en la mesa de los argentinos.
Por último, existe un claro esfuerzo de los países que saquean nuestros recursos
pesqueros en zonas próximas al límite de la zona económica exclusiva (200 millas) y las
aguas del Atlántico Sur, de que esto continúe así de forma que no haya una conciencia
Nacional para con la industria pesquera. Estamos hablando de China, España, India, Taiwán y el Reino Unido, que otorga permisos ilegales en nombre de las “Islas Falklands”.
En torno a este tipo de pesca, que se conoce como INDNR (Ilegal, No Declarada y No
Reglamentada) se estima que la Argentina pierde 1.200.000 toneladas, un 150%
respecto al volumen que estamos capturando. De tal manera que, haciendo un cálculo apresurado, el complejo exportador pesquero podría pasar de US$ 2.000 a US$ 5.000 millones anuales.
Ahora bien, ¿qué acciones se deben tomar para que la pesca ocupe un lugar estratégico
en nuestra matriz productiva?, enumeremos algunas de ellas.
En primera instancia, resulta crucial dotar de orgánica al sector empresarial de la pesca,
constituir una suerte de “Federación de Empresas Pesqueras Argentinas” que se
convierta en un punto de encuentro y se encargue de trabajar pura y exclusivamente las
problemáticas comunes a todo el sector.
Otro de los pasos a seguir consiste en diseñar un plan de regularización de establecimientos pesqueros porque actualmente difieren mucho los datos de personal registrado en la actividad respecto a los volúmenes que se procesan. Esta incongruencia está demostrando que existe un porcentaje muy elevado de informalidad en la pesca, lo cual complica la trazabilidad en términos de inocuidad, genera una competencia desleal con establecimientos que cumplen las normativas y deja al Estado como espectador de lo que sucede en términos laborales y recaudatorios.
La lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada también manifiesta la
necesidad de conformar un plan interministerial, con un esquema de participación público-privada donde las empresas y el Estado (a través de las áreas involucradas y de la Prefectura Naval Argentina) logren aunar fuerzas para defender nuestros recursos,
capturarlos nosotros, elevar el consumo interno e industrializar con el mayor valor
agregado el resto para acceder a mercados más competitivos.
A su vez, debemos derribar las barreras no arancelarias a la exportación pesquera, las
cuales actualmente se encuentran focalizadas en algunos productos con destino a
Estados Unidos, China y Brasil.

Con éste último país, socio de Argentina en el Mercosur, el Gobierno debiera establecer un esquema de libre comercio para algunos productos, en nuestro caso los productos pesqueros, a compensar con importaciones puntuales de Brasil, lo cual dotaría al comercio bilateral de una dinámica que hace años no se logra.
Por todo esto, es indispensable mencionar que todas estas acciones requieren de cuadros técnicos que sean capaces de controlar, fiscalizar y por sobre todo planificar la pesca de manera responsable y eficiente. No alcanza con la cintura política. Es menester un profundo conocimiento de la industria desde adentro, para lo cual tienen un rol fundamental las Universidades y las empresas en cuanto a la formación y consolidación del conocimiento.
Por lo visto, la jerarquización de la pesca en la Argentina no es tarea sencilla pero estamos frente a una oportunidad histórica para imprimirle un carácter estratégico que le permita al país reafirmar la soberanía marítima, generar miles de nuevos puestos de
trabajo, incorporar a nuestra mesa alimentos de calidad y aumentar el ingreso de divisas
extranjeras a las arcas del Estado.
*Técnico en Alimentos. Consultor de puertos y pesca con formación en Ingeniería Pesquera.
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