Los presidentes deben ser grandes hombres
Los presidentes deben ser grandes hombres, afirma Luis Carlos Vélez, en respuesta a Gustavo Petro, Jefe de Estado de Colombia, quien apoya abiertamente al grupo terrorista Hamás en su política exterior y en lo interno aplica medidas calificadas de populistas y anticonstitucionales.
Este es otro caso en América Latina donde el periodismo es quien toma el desafío de enfrentar al populismo, como ocurre en Colombia, donde el presidente Gustavo Petro da muestras de intolerancia a las críticas.
Escribe Luis Carlos Vélez*
Respuesta al Presidente Gustavo Petro: Presidente, espero responda a estas palabras sin usar el lenguaje del odio y la división.
Por definición, los presidentes deben ser grandes hombres que no sucumben en el lenguaje de la violencia.
Todavía le quedan poco más de dos años para hacer historia por lo bueno y no por lo malo.
Quiero decirle que todos los colombianos queremos que los más viejos tengan una pensión digna, y ojalá, mucho más que solo digna.
Todos queremos que quienes no tienen, tengan, y vivan libres, con recursos y en paz. Pero eso no lo logra su reforma ni es lo que usted, aparentemente, está buscando.
Señor Presidente, a la gente no se le miente, a la gente hay que decirle la verdad.
Nuevamente, Usted ha planteado una dicotomía moral que escondería otras intenciones.
Las reformas a la salud y pensional que Usted pone sobre la mesa no son, como asegura, la lucha para darle una pensión a los abuelos desfavorecidos. Al menos en el caso de la pensional, la reforma parece en realidad una estrategia para quedarse con la caja de los ahorros de los colombianos.
https://twitter.com/lcvelez/status/1784365967377584549?t=Vj4XE8ikFKNuQWp35RagbQ&s=19
Usted plantea que oponerse a su proyecto de ley es estar del lado de los ricos y en contra de los pobres. Eso no es cierto.
Usted manosea el argumento para blindarse moralmente y descarrilar a una población que, no sin razón, busca soluciones a sus problemas más apremiantes.
La reforma pensional les quita la pensión a los más jóvenes, es insostenible, inconstitucional y nos regresa al fracasado Instituto de Seguros Sociales. Es un desastre económico y social disfrazado de justicia social. Es populista.
La reforma es una traición a los jóvenes, incluidos quienes vehementemente lo defienden en redes sociales. Me explico.
Como Usted bien sabe: el sistema pensional es una pirámide que funciona siempre y cuando existan más cotizantes que beneficiados. Su propuesta busca subsidiar personas que nunca cotizaron, aumentando drásticamente la punta de esa pirámide y recortando la vida del sistema.
Su propia Ministra de Trabajo ya ha aceptado que en 15 años será necesaria otra reforma. Ayer, en entrevista radial, el director de Colpensiones coincidió en que su reforma no arregla el problema. Su propuesta les da recursos a los más necesitados de hoy a expensas de los jóvenes, sin esfuerzos para aumentar el número de cotizantes, algo que sería determinante para la sostenibilidad pensional del país.
La reforma es insostenible económicamente.
Cálculos de su Ministerio de Hacienda concluyen que el sistema actual tiene un déficit de 120 por ciento del PIB, mientras que lo que Usted propone lo aumenta a 190 por ciento.
La plata no alcanza hoy y mucho menos alcanzará mañana. La reforma es inconstitucional porque crea nuevos impuestos.
El artículo 84 propuesto grava las pensiones superiores a 1.000 UTV (2,5 millones de pesos).
Lo que no solamente desconoce el artículo 154 de la Constitución, que sostiene que los proyectos de ley relativos a los tributos iniciarán su trámite en la Cámara de Representantes, sino que también ignora que esos pensionados ya pagaron impuestos.
La reforma entrega dineros al Estado como si este fuera un gran administrador.
Usted ignora convenientemente que el sistema mixto actual es consecuencia del fracaso del Seguro Social y nos regresa al origen del problema: el Estado no sabe administrar.
Entre otros factores, por ignorancia, incapacidad, nombramientos erróneos, dogmas e ideologización de las políticas públicas.
A estas alturas del año, su administración solo ha podido ejecutar 4 por ciento del presupuesto.
Si Usted realmente quisiera solucionar los problemas que plantea, hubiera podido hacer dos cosas muy sencillas: ponerles límite a las pensiones y crear subsidios para los menos favorecidos. Usted confunde subsidio con pensiones.
En conclusión, “la reforma no es por amor al marrano, es por el deseo de comerse los chicharrones”.
Como en Caperucita Roja, Usted estaría creando un lobo hambriento de dinero disfrazado de pobre viejecita para quitarles las pensiones a los cotizantes más jóvenes y eventualmente quedarse con el botín.
La pregunta es: ¿para qué tanto dinero? En menos de un mes, usted se quedó con los recursos del sistema de salud, ahogando a las EPS e interviniéndolas y ahora va por las pensiones.
Según datos del informe del Sistema Financiero de la Superfinanciera, el Estado administraría 341,9 billones de pesos en pensiones, con un umbral de 4 salarios mínimos.
Y los giros de la Adres a las EPS intervenidas en febrero fueron de 1,66 billones de pesos. ¿Cuál es el plan?
Hay que decirlo así de claro. Acá estarían condenando a la clase media y a todos los trabajadores jóvenes que hacen parte del sistema. Eso no se llama justicia social. ¿Serán las pensiones el efectivo para hacer campaña?
Finalmente, Presidente, el cambio de condiciones que planteó en su pasada alocución presidencial es una mera traición política.
Luego de pactar con los senadores que el umbral de cotización para Colpensiones era de 2,3 salarios mínimos, ahora lo desconoce y propone que sea de cuatro. Les clavó el cuchillo en la espalda a los liberales que confiaron en Usted.
Presidente, espero responda a estas palabras sin usar el lenguaje del odio y la división.
Por definición, los presidentes, deben ser grandes hombres que no sucumben en el lenguaje de la violencia.
Todavía le quedan poco más de dos años para hacer historia por lo bueno y no por lo malo. Recuerde, Usted todavía puede ser ese primer presidente de izquierda que gobierna para todos.
No lapide lo que le queda de su Gobierno en confirmar nuestros más grandes temores y darnos completamente la razón. Se lo juro, por el bien de Colombia, espero estar inmensamente equivocado.
Presidente, sus ataques no los tomo de manera personal ni como herramienta para victimizarme. Yo no soy la noticia ni lo que importa. Los tomo como validación de que lo que decimos importa y representa a millones en el país.
Mi objetivo es controvertir en un tema en el que cualquier colombiano tiene derecho a una opinión libre. Esta es la mía, con respeto, sin agendas y con la certeza de que tal y como lo vimos en las marchas del fin de semana, mis palabras representan a millones de colombianos.
Finalmente, este es el periodismo que vale la pena, el que se enfrenta a los poderosos como Usted, dándoles la voz a los que no tienen voz.
*Este editorial fue leído al aire en La FM de RCN.
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Fuente: Semana
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