Murió este sábado el papa emérito Benedicto XVI

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Escribe Sergio Rubin*

El Papa conservador, que terminó tomando una decisión revolucionaria, Benedicto XVI murió este sábado por la mañana a los 95 años en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano.

Después de un papado tan arrollador y carismático de casi 28 años como el de Juan Pablo II no era fácil elegir a un sucesor. La mayoría de los cardenales decidió evitar un cambio abrupto de línea religiosa e inclinarse por quien había sido su mente teológica: el cardenal Joseph Ratzinger. Acaso consideraron que hacía falta que se asentara el intenso pontificado del Papa polaco, más allá del respeto y la consideración que les merecía el purpurado alemán.

Claro que Benedicto XVI asumió en momentos de graves problemas para la Iglesia: el escándalo de los abusos sexuales cometidos por miembros del clero no paraba de crecer con la difusión de nuevos casos que había sido tapados por las autoridades eclesiásticas, sospechas de corrupción en las finanzas vaticanas y pujas internas que salieron a la luz con el Vatileaks, la filtración de documentos reservados sustraídos del escritorio del pontífice.

Quedaba atrás un pontificado que había caído en los últimos años en un cierto desgobierno como consecuencia de la prolongada enfermedad de Juan Pablo II. Esta situación permitió que ciertos purpurados de la curia romana -algunos muy cuestionados por las tranzas políticas y económicas que se le atribuían-, tuvieran un enorme poder, que terminó perjudicando el desenvolvimiento de la Iglesia y potenciando los problemas futuros.

Parecían demasiados escollos para un Papa intelectual, más inclinado al estudio y la escritura que a ejercer de piloto de tormentas. Para colmo, tuvo algunos malos pasos. Por caso, pronunció una frase sobre Mahoma en un discurso en una universidad alemana que fue considerada una grave ofensa por los musulmanes y suscitó su ira. Además, le levantó la excomunión a un obispo lefebvrista que después se supo que negaba el Holocausto.

Durante su viaje a Cuba, en 2012, a raíz de un resbalón en la bañera, Benedicto XVI comenzó a ser consciente de que sus fuerzas físicas empezaban a flaquear. Pero sobre todo tenía cada vez más claro que no tenía toda la fuerza anímica para afrontar los desafíos internos. Un informe que le había encargado a tres cardenales patentizaba en sus numerosas páginas -que hasta hoy son secretas- la hondura de los problemas.

De todas maneras, Benedicto XVI se convirtió en el primer pontífice en tomar decisiones relevantes para combatir los abusos sexuales cometidos por miembros del clero. La crisis había estallado en 2002 con la célebre investigación del Boston Globe, el diario norteamericano que reveló cientos de abusos y la actitud de la Iglesia de tapar estos casos trasladando a otra jurisdicción eclesiástica a los curas abusadores.

Benedicto XVI definió criterios y normas en la lucha contra ese flagelo -que Juan Pablo II, muy enfermo, inició tímidamente, y que luego multiplicó y profundizó Francisco-. sino que se enfrentó a un sector de la curia romana que, por ejemplo, hacía la vista gorda frente al sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios, un abusador serial con un gran poderío económico y capacidad de persuasión.

Así llegó Benedicto XVI al 11 de febrero de 2013 en que sorpresivamente anunció su renuncia, la primera de un pontífice desde 1294 en que Celestino V dimitió tras apenas cinco meses de papado. Es que el Vaticano estaba en medio de graves tensiones y los cardenales no se ponían de acuerdo sobre la elección del Papa y recurrieron a él, un monje del norte de Italia, que renunció ante las peleas internas.

La renuncia de Benedicto XVI al compás de los crecientes problemas internos, llevó a los cardenales a poner poner todos los desafíos sobre la mesa en los debates previos a la elección del nuevo Papa: trasparencia de las finanzas vaticanas, lucha contra los abusos sexuales y la revitalización de la obra religiosa. Y decidieron encargarle esa misión a Jorge Bergoglio, lo cual implicaba un cambio de línea.

Había, sin embargo, algunos interrogantes acerca de cómo sería la convivencia entre un Papa en funciones y otro emérito. Dicho de otra manera: si el pontífice retirado podría condicionar al activo. Aunque hubo cardenales conservadores que presionaron a Benedicto XVI para que frenara decisiones de Francisco, Joseph Ratzinger se mostró siempre muy respetuoso de su sucesor.

Francisco elogió siempre la actitud de Benedicto XVI y sostuvo que lo tuvo como un hombre de consulta. Aunque también algunos creen que el Papa alemán constituyó un cierto límite en las decisiones del Papa argentino cuando Jorge Bergoglio consideraba que estas no iban a caer del todo bien en su predecesor. ¿Ahora se sentirá más liberado?

Algo es seguro: si Benedicto XVI no renunciaba o incluso demoraba su renuncia, Jorge Bergoglio no hubiese sido elegido pontífice por lo avanzado de su edad. Pero los designios de Dios son así: el Papa conservador tomó una decisión revolucionaria y abrió paso a una nueva etapa en una institución de 2000 años.

*Periodista argentino. Biógrafo del Papa Francisco. Columnista de Clarín y de Todo Noticias

**Fuente: Todo Noticias 

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