China y EE.UU. compiten por encabezar la refinación de petróleo
El refinado de petróleo -transformar el crudo en derivados como el diésel, la gasolina o los lubricantes- es un negocio muy rentable que grandes potencias como Estados Unidos y China conocen muy bien.
Sin embargo, se trata de un sector que requiere de mucha inversión, algo que no todos los países con reservas de crudo pueden (o quieren) permitirse.
Construir una refinería precisa más de 5 años y unos costes de unos 10.000 millones de dólares.
Dentro de los países petroleros, existen dos grandes grupos cuando se trata de desarrollar productos derivados: aquellos con potencia industrial que se han especializado en el refinado, generalmente Estados ricos y desarrollados, y aquellos que se dedican casi exclusivamente a la exportación del crudo, debido a las grandes reservas que acumulan.
Arabia Saudí, por ejemplo, se encuentra en la séptima posición en términos de capacidad de refinación a pesar de ser el segundo mayor productor de petróleo del mundo.
Estados Unidos, siendo el noveno en reservas, ostenta sin embargo una impresionante capacidad de refinación, superando los 17 millones de barriles de petróleo crudo procesados diariamente.
Le sigue de cerca China, el otro gran refinador global, con 16,9 millones de barriles.
La capacidad de refinación de petróleo es esencial para el funcionamiento de grandes sectores como el transporte y la industria, y juega un papel importante en la seguridad energética y la autonomía estratégica de un país. La diferencia entre el precio del crudo y los refinados al por mayor (el conocido como crack spread o margen de refinación petrolero) refleja el valor añadido del petróleo refinado.
Aunque el precio del petróleo aumentó con fuerza desde 2021, el de los combustibles lo ha hecho con mucha más intensidad, generando problemas para abastecer todo el combustible que se demanda.
Esta diferencia para el diésel y la gasolina se incrementó fuertemente en 2022 y llegó a rozar los 80 dólares por barril en algunos momentos, ofreciendo una ventaja económica a aquellos países líderes en el sector, como Estados Unidos.
Este aumento en el valor y la rentabilidad del refinado se debe a la combinación de la falta de inversión global en refinerías, de una demanda que ha vuelto a niveles pre-pandemia, una producción de combustibles relativamente baja en refinerías y una reducción en las exportaciones de productos petrolíferos de Rusia.
Además, sólo en Europa, se han cerrado más de 20 refinerías.
En este sentido, pocos ejemplos son más paradigmáticos que el de Venezuela. A pesar de ser el mayor líder en reservas probadas y de tener una capacidad para refinar 1.3 millones de barriles diarios, en promedio las plantas de refinería funcionan sólo al 12% de su potencial. Esto ha llevado al país a depender de importaciones de productos refinados para cubrir sus necesidades internas.
Más allá de Arabia Saudí, otros países del golfo Pérsico como Irán, Kuwait o Emiratos Árabes Unidos, grandes productores y poseedores de enormes yacimientos, optan también por exportar la mayor parte de su petróleo crudo sin refinar localmente, lo que es rentable en el corto plazo y exige menos recursos industriales.
Por su parte, EE.UU. y China invierten más en la capacidad de refinamiento para satisfacer la demanda interna y también para exportar productos refinados a otros mercados internacionales.
La potencia norteamericana, aún siendo el mayor productor, es también la economía que más consume, sobre todo en el sector transportes. De ahí que invertir en refinerías le sea rentable a nivel interno y externo. Tanto es así que, en 2021, el petróleo refinado fue el primer producto exportado en el país.
China, aunque con capacidad para disputarle el primer puesto a EE.UU., depende en gran medida de las importaciones de petróleo crudo para satisfacer su enorme demanda interna.
Fuente: El Orden Mundial
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