Los encuestadores creen que Milei está en el “peor de los mundos”
Escribe Diego Dillenberger*
Los encuestadores creen que Milei está en el “peor de los mundos” con la puesta en marcha del “ajuste” y la caída de la Ley Ómnibus.
El Presidente se mantiene a la cabeza de la política en imagen, pero ya gastó casi todo su “capital simbólico”. Por qué puede ser un error fatal su constante búsqueda de confrontación en modo electoral, cuando las encuestas muestran que el electorado quiere que el gobierno y la oposición se pongan de acuerdo.
Cristina Kirchner se siente en el mejor de los mundos, y por eso rompió meses de silencio reapareciendo con un “paper” pseudo académico crítico del gobierno del presidente Javier Milei.
Ella se desentiende de que fue gobierno y “mujer fuerte de la Argentina” hasta hace dos meses y que dejó un tendal de pobres.
La exvicepresidenta se siente en el mejor planeta imaginable, porque ve que el presidente Milei quedó en el peor de los mundos: fracasó con sus proyectos y decretos de reformas estructurales y al mismo tiempo está aplicando un fuerte ajuste fiscal que pone a prueba a la opinión pública argentina y lo enfrenta con buena parte del arco político.
- Mauricio Macri ya estuvo ahí
Oportunamente, Macri levantó el “cepo” al dólar y actualizó las tarifas de servicios públicos con la esperanza de que en el “segundo semestre” salieran los “brotes verdes”.
Pero esos brotes apenas asomaron, porque al expresidente le fracasaron las reformas estructurales de fondo: la reforma laboral no pasó por el Senado, y la previsional quedó sepultada bajo las tristemente célebres “14 toneladas de piedras” frente a la Plaza de los Dos Congresos.
Cristina sabe por qué salió justo ahora con su “paper”. Ella también es consciente de que Milei, al igual que Macri, precisa que en paralelo al “ajuste” avancen rápidamente reformas estructurales para que el dolor de la retracción económica se alivie rápido con inversiones y empleo privado.
Ajuste sin reformas de fondo es un plato indigerible. La única forma de hacer que el ajuste sea sustentable en el tiempo es reformando el inviable sistema económico argentino para que baje el monumental peso del estado sobre la economía. Y si el ajuste no es sustentable: golazo del kirchnerismo.
“Luche y vuelve” era el lema del grupo guerrillero peronista Montoneros que pintarrajeaba en las paredes en los 70 promoviendo el regreso del exiliado Juan Domingo Perón. Hoy el lema del kirchnerismo podría ser “ajuste y vuelve”. Funcionó con Macri.
La inflación de enero dio poco más de 20 por ciento y resultó algo más baja que la de diciembre a fuerza de recesión: prácticamente no hay rubro en el que no caigan las ventas. Hasta el dólar empezó a bajar por falta de pesos. Milei está dando una verdadera lección de teoría monetarista, pero también está apostando su capital político a pleno.
¿Cuánto tiempo podrá aguantar la opinión pública el “peor de los mundos” que es el ajuste sin el bálsamo de esperanza -y crecimiento- que traerían las reformas estructurales?
- Milei y las encuestas
Las encuestas están mostrando que la aprobación de gestión y la imagen personal de Milei perdieron bastante terreno en sus primeros 60 días de gobierno. El economista sigue liderando la tabla de imagen de los principales políticos, pero con un empate 50/50 entre positiva y negativa, según Opina Argentina, la encuestadora del politólogo Facundo Nejamkis.
Comparativamente, Cristina Kirchner lo envidia: está -empatando con Mauricio Macri y Sergio Massa- en el fondo de la tabla con 63 por ciento de imagen negativa.
Pero en el mundo de los ciegos, el tuerto es rey: Milei asumió con 55 por ciento de positiva y 39 de negativa: el saldo de 16 puntos a favor bajó en 60 días a cero. Gastó en poco tiempo mucho “capital simbólico”, que es la única moneda que tiene para poder “comprar” voluntades políticas: en el Congreso no tiene casi nada propio.
Sin esas voluntades, es más difícil que pueda rescatar su ley Omnibus en el Congreso cuando arranquen las sesiones ordinarias el 1 de marzo o, como prometió, sacar por ley la reforma laboral que le frenó la Justicia.
No son temas menores: esas leyes contienen las reformas estructurales que alentarían la inversión y el empleo privado para poder desactivar sin tantos daños colaterales esa “bomba” de gasto público que había llevado a la Argentina al borde de una nueva hiperinflación.
El Presidente ahora corre un riesgo muy propio del poder: intoxicarse con su propio relato. A los encuestadores ya no se les cree mucho, pero los políticos se la pasan consumiendo sus encuestas para tomar decisiones. ¿Apoyarían a un mandatario que no tiene casi bancas en el Congreso y ningún gobernador propio si, además, tiene mala imagen?
¿Podría “intoxicarse” Milei con la idea de que en el balotaje obtuvo el 56 por ciento de los votos y que cuenta cuatro años con ese acompañamiento de la opinión pública para hacer sus reformas? Intoxicación con información falsa es un término que empezaron a usar los servicios de inteligencia en la Segunda Guerra Mundial: la clave era confundir al enemigo con esas precursoras de las “fake news” pero sin que lo creyeran los propios: no debían “intoxicarse” con el propio veneno.
- El 56 por ciento ya no está
El 56 por ciento fue una foto de una segunda vuelta de hace tres meses en la que la cuarta parte del electorado optó por votar en contra de Sergio Massa en lugar de a favor del libertario. Según la encuesta de Opina Argentina, el 45 por ciento del electorado está en contra de la “ley Omnibus” que ahora se cayó en el Congreso, contra el 43 por ciento que está a favor.
¿Alguien sabe de qué se trata la ley Ómnibus o “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”, como se llamaba oficialmente?
El periodismo se fue enterando ya caída la ley que el gobierno nacional aspiraba a hacerse cargo de un montón de fideicomisos, que son fondos específicos para los que se recauda una ponchada de plata, y que se llevaban dos puntos enteros del PBI. En uno de esos fideicomisos se centraba la “traición” de los diputados cordobeses que responden al gobernador Martín Llaryora y que, por no aprobar un inciso, generó la caída de todo andamiaje.
Desde el gobierno, nadie salió a explicar que quizás no sería tan mala idea transparentar en qué se va el dinero de la gente y si tiene sentido el gasto o si es otra manzana en el paraíso de la corrupción. Y ese era solo un punto entre más de 600 a los que se suman 300 decretos en el mega DNU de diciembre. Ni Milei ni ninguno de sus funcionarios -a los que casi ni se les conoce la voz- salieron a explicar nada.
La teoría del gobierno es que, como tiene el mandato del 56 por ciento, no hace falta explicar mucho más.
- La campaña permanente
En los 80, se acuñó en los Estados Unidos el término de “campaña permanente”. Se refería a que en el vértigo político de la era actual, los mandatarios viven en una suerte de campaña permanente. Pero eso no significaba que los presidentes deban gobernar en modo campaña electoral, sino comunicar la gestión pensada como campaña permanente.
Gobernar en campaña electoral permanente puede llevar a graves errores. A Cristina Kirchner, sus encuestadores le medían que su electorado favorecía la reestatización de YPF en momentos de caída de su imagen, y en 2012 mandó a su entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, a ponerse el casco y expropiar burdamente la petrolera privatizada por el gobierno de su propio partido en los 90.
La medida fue aclamada por el núcleo duro de sus votantes, pero no le sirvió al kirchnerismo para retener el poder en las elecciones subsiguientes. Además el chiste le está costando hoy al país por lo menos 16.000 millones de dólares por la derrota judicial en Nueva York, además de los 5.000 millones que la Argentina ya le pagó a la española Repsol. Una campaña permanentemente que les salió un tanto cara a los argentinos: 21.000 millones de dólares es el doble de la suma que se gastaron en Estados Unidos todas las campañas electorales nacionales de Biden y Trump con diputados y senadores incluidos.
Javier Milei también siente que tiene que estar en campaña permanente, y también confunde al núcleo duro de su electorado con el total de la opinión pública. Solo así se entiende que en lugar de buscar consensos para convertir sus proyectos en leyes, Milei recurra una y otra vez al estilo confrontativo que le sirvió en las elecciones con cualquiera que crea que se le ponga adelante: los gobernadores corruptos, estafadores o traidores, la “casta”, los periodistas “ensobrados” que reciben pauta publicitaria estatal; y hasta la cantante Lali Espósito la ligó esta semana, como cualquier artista que pueda ser contratado para un recital con subsidios del Estado.
La pulseada sigue en los próximos días con los fondos nacionales que van al interior para el incentivo docente y que pueden poner en riesgo el arranque de clases en algunas provincias. Ya la quita de subsidios al transporte puso en jaque a varias provincias, con Córdoba a la cabeza. Los gobernadores se defienden subiendo el costo del boleto y echándole la culpa al gobierno nacional. Para escenificarlo, acuden a la Justicia.
Mucha energía disipada para pelearse, cuando la opinión pública estaba esperando que el Presidente explicara por qué la ley Omnibus hubiese mejorado su pequeño “metro cuadrado”.
La encuesta de Opina Argentina está mostrando que la opinión pública no está para aplaudir a la política mientras se pelea.
Ante la pregunta de qué actitud debería tomar Milei ante la oposición, el 64 por ciento dice que debe buscar acuerdos, contra 32 por ciento que “debe imponer sus ideas”. Cuando Nejamkis invierte la pregunta, el resultado no es muy distinto: el 55 por ciento cree que la oposición debería colaborar con el Presidente, y 42 por ciento que debe “intentar bloquear a su gobierno”: lo que menos quiere la opinión pública en estos momentos de zozobra es ver que en el puente de mando se están peleando a trompadas en medio de la tormenta.
*Director de la Revista Imagen. Creador de Consultores RP. Columnista de TN Todo Noticias
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