Año electoral que comienza como una partida de truco
Escribe Gustavo Córdoba*
Si intentáramos comparar este año electoral que comienza con una partida de truco, podríamos decir que este es el momento inicial de la partida. Las cartas se repartieron, los jugadores se miran entre ellos e intentan adivinar qué cartas tienen sus oponentes.
Sin embargo, como en un mal sueño al mirar las cartas están borrosas; nadie sabe muy bien cuales son las cartas que tiene
en su mano.
Eso muestra nuestro último estudio nacional domiciliario de fines de diciembre. Durante el año pasado hablamos muchísimo sobre la importancia de que quienes investigamos la opinión pública empezáramos un proceso de revisión metodológica que nos permita mejorar nuestros análisis.
No existe aún bibliografía que contradiga que las encuestas domiciliarias, realizadas con toda la rigurosidad metodológica y estadística, son las herramientas de investigación que tienen la capacidad
de resolver muchos de los sesgos y límites que otras metodologías vienen demostrando.
Este estudio nacional nos dio una gran variedad de datos. Son un insumo importante y de muchísimo peso para entender cómo actuará la opinión pública en este año electoral y nos permite adelantar una posible conclusión que, aunque posiblemente no sea para nada novedosa, sí debería tenerse en cuenta de modo permanente: la elección nacional será una disputa competitiva, y quien se sienta ganador o ganadora antes de tiempo puede llegar a sufrir sorpresas muy desagradables cuando las urnas se abran.
El gobierno mantiene sus niveles de negatividad y desaprobación sin grandes cambios. La autoridad presidencial sigue siendo una de las víctimas más grandes
de esa negatividad. Sin embargo, algunos indicadores siguen dando pequeñas pero sostenidas buenas noticias para el oficialismo, como la imagen del ministro Sergio Massa, que en este último estudio sigue mostrando una recuperación interesante.
Del lado opositor, siguen faltando figuras con grandes capacidades de movilización. Larreta, Vidal y Bullrich aparecen como los más valorados. Otras figuras, como Morales, Lousteau o Manes, quizás más atrasadas, pero con la potencialidad de quienes sostienen todavía niveles de desconocimiento muy altos, lo que actúa a
la vez como una oportunidad y como una amenaza. Lo que falta es tiempo.
Un dato significativo para el año electoral es que ninguna de las figuras encuestadas supera el 40% de imagen positiva; señal inequívoca del enojo de la tan fragmentada opinión pública en Argentina. Fragmentación que es visible en prácticamente todos los indicadores.
Le preguntamos a quienes participaron del estudio sobre el estado de ánimo que les produce el país. Quienes se sienten más cercanos al Frente de Todos tienden a mencionar sentimientos positivos, mientras que el votante opositor tiende a buscar sentimientos negativos. Decepción, esperanza y enojo son los sentimientos que más prevalecen en el estudio, ninguno con más del 31%.
Hace unos días publicamos en Twitter un adelanto de este estudio en el que mostramos los niveles de confianza con las instituciones públicas. Salvo por las universidades, la totalidad de esas instituciones es valorada de forma negativa por la sociedad. La justicia (tanto la Corte Suprema, la Justicia Federal y la ordinaria) fue una de las más castigadas en ese ranking. Es relevante aclarar que este estudio se realizó antes de que se conocieran los últimos hechos que involucran al Poder Judicial.
Vamos ahora a los escenarios electorales
En algún otro informe dijimos que era importante no pedirles a las encuestas aquello que las encuestas no pueden darnos: pronósticos electorales escritos en
piedra. Estamos convencidos de que el estudio de la opinión pública permite detectar y analizar tendencias, pero nunca pronosticar un resultado. Dicho esto, sabemos también que el círculo rojo está ávido de consumir cualquier tipo de predicción por más descabellada o extraña que pueda sonar. Por eso queremos ser extremadamente cautos: este último estudio marca la vigencia del escenario de tercios imperfectos, del que venimos
hablando desde mediados del año pasado, con el Frente de Todos y Juntos por el Cambio peleando el primer lugar y los libertarios un poco más abajo. Las dos principales coaliciones mantienen sus núcleos duros intactos, lo que les da una competitividad muy importante.
Para entender la resiliencia electoral del oficialismo hay que mirar a la provincia de Buenos Aires, una buena elección ahí puede garantizar al peronismo un piso
electoral clave para la elección nacional.
Para entender la competitividad de Juntos por el Cambio hay que mirar a la zona centro en la que Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos
tendrán peso propio. Una buena elección aquí puede permitirle a la principal alianza opositora neutralizar, al menos parcialmente, el poder electoral de la provincia de Buenos Aires.
Habrá que seguir la evolución de las definiciones internas de este espacio, que tiene al jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodriguez Larreta, como la figura central en términos electorales.
En cuanto a la performance de Milei y el espacio libertario se puede hablar de un proceso de consolidación sobre un grupo de votantes más disconformes de Juntos por el Cambio. Su dilema, si quiere tener chances de ingresar en una eventual segunda vuelta, es aprender a hablar por fuera de sus nichos, por ahora, un desafío
mayúsculo.
¡¡Pero atentos!! porque los núcleos duros, cada vez más irreductibles, no parecen ser los que definan la elección.
La mirada debe estar puesta en una amplia porción de una ciudadanía descontenta e insatisfecha que no tiene pertenencia partidaria, que se mostrará pragmática a la hora de elegir y que, independientemente de su orientación ideológica, priorizará sus preocupaciones e intereses económicos. La verdadera candidata de esta elección será la economía.
El hecho político que permite resignificar los escenarios políticos electorales que describimos, es la renuncia de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner a presentarse como candidata a la presidencia, lo que muestra la relatividad de los núcleos duros que sostienen la pelea política y que no cuentan con llegar a los sectores moderados, que son, en definitiva, quienes van a definir la sucesión de Alberto Fernández.
Así está el inicio de la partida. La prudencia y la moderación es, en estos momentos, la mejor consejera a la que pueden aspirar los jugadores y también quienes miramos el juego desde afuera. Aunque esta vez los de afuera no somos de palo.
*Analista de Opinión Pública. Director de Zubán Córdoba.
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