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Escribe Hamilton Almeida*

Lula volverá a presidir Brasil por tercera vez.

La elección más polarizada en la historia del país fue también la que tuvo el menor margen de diferencia de votos entre dos candidatos.

Con el 50,90% de los votos válidos, Lula derrotó al actual presidente, Jair Bolsonaro, que alcanzó el 49,10% con el 99,96% de los votos escrutados oficialmente por el Tribunal Superior Electoral.

En términos de votos válidos, Lula recibió el apoyo de 60.320.566 de votantes contra 58.195.232 millones para el actual presidente.

El ausentismo o abstención representó más del 20% del electorado habilitado, correspondiente a más de 31 millones de votantes.

El 99,96% de las mesas escrutadas registró un total de 124.214.749 de votantes que definieron el resultado entre Lula y Bolsonaro.
Los dos candidatos recibieron el 95,41% de los votos emitidos porque 3.929.713 votos fueron declarados nulos (3,16%) y hubo 1.769.238 de votos en blanco (1,43%).
Esto implica que para el resultado electoral de esta jornada en Brasil tuvieron protagonismo las abstenciones, los votos nulos y los votos en blanco.

Lula ganó con gran ventaja en todos los estados del Nordeste, los más pobres del país. Y perdió en las regiones Sudeste, Sur y Medio Oeste. El norte estaba dividido. También Lula ganó en Minas Gerais.Minas Gerais pero el futuro gobernador es bolsonarista.

Bolsonaro perdió, pero el bolsonarismo está muy vivo, ya que ganó en las elecciones para el gobierno de los principales estados, como São Paulo, Río de Janeiro. Perdió en Rio Grande do Sul al PSDB de Eduardo Leite. Lula no tendrá un Congreso favorable esta vez.

Las campañas de los dos candidatos estuvieron marcadas por muchas acusaciones, agresiones mutuas y pocas propuestas para el futuro gobierno. Era la lucha del bien contra el mal, en la visión del mesiánico Jair Messias Bolsonaro, quien no se cansaba de decir que luchaba contra la amenaza comunista.

Pero fue la lucha de la democracia contra la dictadura, a juicio del expresidente Lula, la que terminó prevaleciendo, a pesar de que los gobiernos anteriores del PT (de 2003 a 2016) fueron blanco de numerosas denuncias de corrupción, malversación de dinero de Petrobras, y contratos sobrevaluados con las principales constructoras del país.

Jair Bolsonaro naufragó en su débil política económica, mala gestión en la pandemia, acusaciones de enriquecimiento ilícito, indiferencia por los problemas ambientales y un sin número de manifestaciones personales de autoritarismo y poco respeto por instituciones y personas.

*Periodista brasileño. Corresponsal de SRSur News Agency

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