Escribe Diego Dillenberger*
Una encuesta revela que los argentinos se volvieron liberales, pero conservan rasgos muy progres.
Especialistas advierten a los políticos que se guían por sondeos que podrían estar sacando conclusiones erróneas en base a cómo se pregunta y contesta en las encuestas. ¿Los argentinos tienen hoy un “enano progre” cultural adentro?
Parecía un chiste de esos que circulan en las redes sociales mostrando el ya clásico mapamundi con la Argentina pintada de rojo: “Único país del mundo que….”. Sólo que este planisferio era real: el mapa tenía a la mayoría de los países en diversos tonos de verde, algunos rosados y otros en blanco. Pero uno sólo estaba pintado de rojo furioso: la Argentina.
La Argentina era el país más anticapitalista del mundo. El país cuya opinión pública rechazaba con mayor vehemencia la economía de mercado.
- Error de Macri
Corría octubre de 2014 y en poco más de un año iba a ganar las elecciones Mauricio Macri contra el candidato kirchnerista Daniel Scioli. Esa encuesta del Pew Research Center de Washington, el instituto de opinión pública más prestigioso de los Estados Unidos, encendía luces rojas en Cambiemos, la coalición que desbancó en diciembre de 2015 al kirchnerismo. Macri, en la campaña, prometía solemnemente que no privatizaría nada, y definió que su gobierno sería “socialdemócrata”.
El asesor ecuatoriano de campaña Jaime Durán Barba, incluso declaró que Mauricio Macri era “la nueva izquierda latinoamericana”. A la distancia suena bastante exagerado, como mínimo.
Pero la historia es conocida: los argentinos cambiaron radicalmente y hoy no solo Macri se declara un furioso liberal, sino que el “libertario” Javier Milei les está pisando los talones en intención de voto a Juntos por el Cambio y al kirchnerista Frente de Todos prometiendo privatizar todo, dolarizar la economía y convertir a la Argentina en el país más pro mercado del mundo: dos tercios de los argentinos quieren votar hoy del centro a la derecha, y el kirchnerismo, con su estatismo y su recelo de la economía de mercado, no está alcanzando ni el 30 por ciento de intención de voto.
¿En los nueve años que pasaron desde esta última encuesta global del Pew Research Center sobre la aceptación del capitalismo en más de 40 países, tanto cambió la opinión pública argentina comparada con el momento en que había ganado aquel Macri que se definía como “socialdemócrata”?
- Qué dice la nueva encuesta
Una nueva encuesta de FGA, la consultora de Federico González, muestra que, en realidad, ni los argentinos eran tan socialistas en aquel entonces como creían los asesores de Macri, ni son tan furiosamente liberales, como se presenta el Macri de hoy.
La encuesta de FGA muestra algunos datos reveladores para los asesores de campaña electoral de Juntos por el Cambio y de La Libertad Avanza, de Milei.
FGA hizo una suerte de experimento social: replicó la semana pasada en una encuesta nacional online la pregunta exacta que había hecho el Pew Research Center en todo el mundo por igual: en lugar de preguntar por algo más bien conceptual como “el capitalismo”, salió a preguntar por el grado de aprobación a esta afirmación: “La mayoría está mejor en una economía de mercado aunque algunos sean ricos y otros sean pobres”.
En 2014, apenas el 33 por ciento de los argentinos estaba a favor. Para comparar: los vietnamitas, que en los 70 le ganaron la guerra a Estados Unidos para implantar un régimen comunista, resultaron ahora los más procapitalistas del mundo, con 95 por ciento a favor. Los chinos estaban 76 por ciento a favor de la economía de mercado. Los venezolanos -ya Maduro había sucedido a Hugo Chávez- estaban en 67 por ciento a favor del capitalismo.
Sin embargo, con toda el agua bajo el puente que pasó en la Argentina, con dos tercios de los argentinos que rechazan en las encuestas la propuesta populista del kirchnerismo, el resultado de esa pregunta no varió casi nada: solo el 37 por ciento está de acuerdo contra casi 49 por ciento en desacuerdo con que en una economía de mercado estaríamos mejor aunque haya ricos y pobres.
¿Cómo se explica entonces el fenómeno Milei y que los argentinos aborrezcan hoy las políticas estatistas del kirchnerismo?
- Enano fascista vs. enano progre
“Así como en los 80 la periodista italiana Oriana Fallaci detectaba que los argentinos habían votado a Raúl Alfonsín, pero que en el fondo tenían un ´enano fascista´ adentro, hoy los argentinos tienen un enano progre que les sale de adentro”, explica Federico González.
Y lo demuestra con otras preguntas de su encuesta que apuntan a preguntar lo mismo, pero con otras palabras: “La mayoría de la gente estaría mejor en una economía liberal de mercado que en una estatista y populista”: es lo mismo, pero sacando el “problema” de la desigualdad, los ricos y los pobres, da una aprobación contundente de 60 por ciento.
“El enano progre del argentino es políticamente correcto y se espanta ante la asociación de ricos y pobres, pero no duda que estaría mejor en una economía de mercado”, explica Federico González.
El problema es cultural: determinadas palabras traen asociaciones diferentes a las mentes de culturas diferentes. Un ejemplo: la palabra “inversiones” suena positiva al electorado argentino. Sin embargo, a los peruanos les suena a “ajuste”. Mientras que “ajuste”, que es lo contrario de “desajuste”, a los argentinos les suena horrible.
Aquí los políticos en campaña se tiran el “ajuste” por la cabeza: el kirchnerismo llama “ajuste” a cualquier reforma del estado y la acusa de empobrecer a los argentinos, y el libertario Milei -por el contrario- promete “ajustar a la casta política” porque vive “ajustando” a los argentinos mediante la inflación.
Las conclusiones de este experimento social y -si se quiere- lingüístico de FGA demuestran que los políticos argentinos pueden cometer graves errores al guiarse solamente por encuestas. Ni hablar si esas encuestas traen un formato “importado”.
Un ejemplo de la semana pasada: cuando se pregunta por una “reforma laboral”, tal como la describen los sindicalistas -que esta semana amenazaron a Patricia Bullrich, Javier Milei y José Luis Espert que ofrecerán toda su resistencia si pretenden cumplir con sus propuestas de renovar las leyes laborales- las encuestas se ponen inmediatamente del lado de los gremialistas. Esto asusta a muchos políticos.
Para comprobarlo, FGA había preguntado en marzo por una reforma laboral de las dos formas: “Reforma laboral es una excusa para quitarles derechos a los trabajadores” obtenía la aprobación de sólo 40 por ciento.
Pero si cambiaba los términos y preguntaba “para generar más empleo privado, una reforma laboral debería respetar los derechos adquiridos de los actuales empleados, pero flexibilizar las condiciones de contratación de los nuevos que se incorporen” obtuvo el 70 por ciento de aprobación.
La diferencia no es sólo semántica: la primera opción es imposible, porque ninguna reforma laboral puede legislar para atrás conculcando derechos adquiridos de los actuales empleados en relación de dependencia. Sólo se podría poner en práctica la segunda opción: flexibilizar las condiciones para que sean contratados en el sector formal a las amplias mayorías que hoy están en la informalidad, trabajando en negro, viviendo de planes sociales o como cuentapropistas. De paso entre los grandes beneficiados de esa reforma laboral estarían los propios sindicalistas, que verían engrosar los aportes a sus obras sociales de manera monumental.
El experimento de FGA encierra una conclusión fatal para muchos políticos argentinos que se guían puramente por encuestas y que por eso pueden llegar a falsas conclusiones, como Mauricio Macri en 2015, al que convencieron inútilmente de que el electorado estaba en contra de que emprendiera medidas “promercado”.
La clave de esta campaña, sostiene González, será entender cómo explicar usando los términos que al votante argentino le sirvan para entender, sin despertar a ese “enano progre y políticamente correcto” que después no se condice con lo que verdaderamente piensa el argentino, que no es tan diferente del resto del mundo de lo que hace suponer a primera vista.
*Especialista en imagen pública. Director de la revista Imagen. Columnista de Todo Noticias.
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