28/03/2024
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Pesce: “la inflación se supera con crecimiento”

El presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Miguel Ángel Pesce aseguró hoy que la inflación se supera con crecimiento.

Pesce, expuso hoy en el panel de cierre de las Jornadas Monetarias y Bancarias 2022, organizadas por el BCRA con el título Desafíos del nuevo contexto global para la estabilidad macroeconómica y el crecimiento, y aseguró que la inflación, al final del camino, se supera con crecimiento.

“Creo que todos coincidimos en que la inflación sustancialmente es un fenómeno que involucra un desbalance entre oferta y demanda. Hay otros componentes que no son menores para tener en cuenta, por eso decimos que es un fenómeno multicausal; como los shocks devaluatorios, las pujas distributivas, el desajuste de los precios de las materias primas, fenómenos inerciales o la condición bimonetaria, como es el caso de la economía argentina”, dijo Pesce.

“Habitualmente, el fenómeno inflacionario se presenta cuando una economía encuentra una restricción a su crecimiento que impide que la oferta iguale a la demanda. En las economías desarrolladas, en especial en Estados Unidos, este límite está ligado al mercado de trabajo. No es el caso de las economías periféricas donde la oferta de trabajo suele ser alta”, explicó Pesce.

“En el caso de la Argentina, la restricción se ha presentado generalmente en el sector externo y en el abastecimiento de energía. Desde principios de los años cincuenta la Argentina viene presentando recurrentemente estas restricciones, que se presentan en forma combinada y su aparición coincide con la aparición y persistencia del fenómeno inflacionario”, subrayó el presidente del BCRA.

“Detrás de los precios relativos de la economía se encuentra velada la distribución del ingreso entre factores y sectores económicos; esta no se define exclusivamente en el mercado sino también en la capacidad institucional y política de los distintos actores económicos para preservar sus ingresos reales”, señaló.

Pesce se refirió también a la pandemia y a la capacidad de acción de los bancos centrales.

“Si bien antes de la pandemia se puso en duda la capacidad de los gobiernos y de los bancos centrales de incentivar la demanda; en la post pandemia el debate es como encuadrar los procesos inflacionarios en los valores que las políticas consideran aceptables”, afirmó.

De inmediato añadió que “aunque no se puede generalizar, es cierto que los bancos centrales tienen capacidad para actuar sobre la demanda y no sobre la oferta, o al menos son más eficaces actuando sobre una que sobre otra”.

“Las políticas antiinflacionarias de corto plazo tradicionalmente se focalizan en dos acciones. En la restricción de la demanda bajo un cuadro recesivo o de postergación del crecimiento hasta tanto las restricciones que lo impiden se superen; y en la apertura económica, compensando el desequilibrio de la oferta con importaciones. Estos dos mecanismos están restringidos en el caso de los países como la Argentina, que tienen altos niveles de desocupación, pobreza y desigualdad; y, adicionalmente, carecen de crédito para poder sostener mayores niveles de importaciones. En tales circunstancias, la postergación persistente del crecimiento o un cuadro recesivo agudo puede tener consecuencias sociales graves”, señaló.

Pesce agregó que “por ello, se requiere la desaceleración gradual de la inflación sin afectar gravemente la demanda”.

“No se trata de desmerecer el rol de las medidas tradicionales sino ponerlas en contexto y entender que en determinados países son de difícil sino de imposible instrumentación. Hay países que pueden, bajo sus contextos, restringir la demanda al punto de contener verticalmente los procesos inflacionarios a la espera de que sean superadas las restricciones al crecimiento; provengan del mercado de trabajo, del sector externo o del sector energético. Hay otros países donde la desaceleración será gradual, pero siempre la perspectiva de corto, mediano y largo plazo debe estar en la superación de las restricciones al crecimiento que impiden la expansión de la demanda”, enfatizó Pesce.

El presidente del BCRA señaló los antecedentes históricos de la inflación.

“La Argentina comenzó a tener problemas inflacionarios a fines de los años cuarenta, principios de los cincuenta, justamente cuando el sector externo y el energético se expresaron como restricciones. Nunca se presentaron restricciones en el mercado de trabajo y en todo caso estas fueron superadas por las migraciones externas o internas. Hasta los años noventa, la argentina no conoció tasas de desocupación de dos dígitos. A partir de 1996 se ubicaron en el orden del 15%. En los años 2002 y 2003 superó el 22%. Con estos niveles de desocupación se presentó un extenso periodo deflacionario que comenzó en 1998 y terminó en 2002. La reducción a un dígito de la desocupación recién se consiguió casi una década más tarde”.

“El gran desafío de las políticas antiinflacionarias que actúan sobre la demanda es que el mercado o las instituciones o ambos encuentren el camino para resolver las restricciones de oferta que impiden el crecimiento y generan el desbalance entre oferta y demanda; de tal manera que la economía recupere el crecimiento sostenido con estabilidad, para poder superar las situaciones de pobreza o desigualdad. También es cierto que traccionar la demanda cuando las restricciones al crecimiento persisten, puede sostener prolongadamente la inflación”, afirmó Pesce.

“En el caso de la Argentina, tampoco podemos descuidar el rol de los shocks devaluatorios y de los precios de los commodities en las aceleraciones inflacionarias, en especial cuando los actores tienen mecanismos institucionales para evitar la pérdida de ingresos reales. En un contexto de tejido social frágil, con restricción externa agravada por el bimonetarismo, las aceleraciones inflacionarias provocadas por los shocks cambiarios y externos, tanto de la pandemia como de la guerra, debieron ser afrontadas complementariamente con respuestas regulatorias”, dijo el titular del BCRA.

“La pelea contra la inflación, lejos de ser fácil se ha mostrado compleja, pero esperamos que luego de la aceleración que hubo en el mes de julio, la inflación continúe un proceso descendente para alcanzar el objetivo de reducirla al 60% el año próximo”, remarcó Pesce.

“Con respecto a las restricciones al crecimiento, tenemos motivos para ser optimistas. No sólo porque las exportaciones han superado el valor de 60.000 millones que veníamos viendo desde hace una década, alcanzarán este año los 90.000 millones, sino también por el potencial del sector hidrocarburos, que podrá pasar de una balanza negativa del orden de los 10.000 millones de dólares este año a seguramente una balanza marcadamente positiva a partir de que la infraestructura de transporte esté disponible. Pero no sólo ello, las exportaciones industriales superarán este año los 20.000 millones de dólares. Y, en algún tiempo, tendremos también el aporte de las exportaciones de litio y otros metales”, señaló.

“Nos toca una coyuntura difícil, compleja y cambiante, pero hay un sendero posible a ser recorrido con crecimiento, con mayor estabilidad, que nos permita reducir la pobreza y la desigualdad”, concluyó Pesce.

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