La pandemia ha revalorizado la importancia del cobre

COBRE

Si revisamos la historia, ya en el año 400 AC los griegos usaban el cobre para purificar agua de bebida y tratar enfermedades pulmonares. El cobre ha sido usado para sanitizar líquidos, sólidos e incluso para desinfectar tejidos humanos. En el año 2008, la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés) reconoció las propiedades antimicrobianas de superficies de cobre y aleaciones de este metal.

Las propiedades antibacterianas y antifúngicas han sido probadas a nivel de laboratorio frente a una gran variedad de microorganismos, incluso sobre bacterias multiresistentes a antibióticos causantes de enfermedades intrahospitalarias.

Existen menos estudios sobre las propiedades antivirales del cobre, dada la complejidad que involucra el trabajar con estos agentes. Sin embargo, hay resultados que validan el efecto antiviral de superficies de cobre frente a diferentes tipos de virus causantes de enfermedades en humanos.

La capacidad del cobre de alternar entre sus estados de oxidación Cu+2 y Cu+1 favorece la formación de especies reactivas del oxígeno (ROS), las que tienen la capacidad de destruir ácidos nucleicos, alterar funcionalidad de proteínas, destruir membranas biológicas, entre otros. Estos mecanismos de toxicidad han sido descritos para afectar la viabilidad de bacterias, y podrían también ser los responsables de la destrucción de virus. Sin embargo, el cobre no controla las infecciones de Covid-19, si no mas bien, podría ayudar a controlar la diseminación del virus en superficies.

Coronavirus y superficies

Recientemente, en un articulo publicado por van Doremalen y colaboradores, en marzo de 2020, los autores evaluaron la estabilidad del coronavirus en diferentes superficies: plástico, acero inoxidable, cobre y cartón. Los resultados demostraron que el virus es capaz de sobrevivir hasta 72 horas en superficies plásticas y de acero. En cambio, en superficies de cartón hasta 24 horas y en superficies de cobre este virus desaparece a las 4 horas.

Estos resultados concuerdan con lo publicado previamente por Warnes y colaboradores en 2015. Este grupo de investigadores estudió el efecto de superficies de cobre con diferentes concentraciones del metal frente a otra cepa de coronavirus llamada HCoV-229E.

Los autores indican que superficies con mas de 70% de cobre reducen la viabilidad del virus rápidamente y que a mayor concentración del metal el efecto es mas rápido.

Los autores encontraron que la exposición al cobre destruyó los genomas virales y afectó irreversiblemente la morfología del virus, promoviendo la desintegración de la envoltura viral, y por lo tanto, su destrucción.

Además, en la literatura científica, es posible encontrar el efecto antimicrobiano de nanopartículas de cobre. Fujimori y colaboradores en 2012 identificaron que nanopartículas de cobre reducen la viabilidad del virus de la influenza A, y que el efecto también es mediado por el estrés oxidativo que genera este metal.

El cobre en los hospitales

Los artículos revisados evidencian que superficies que tengan mas de 70% de cobre en su composición y que estén limpias tienen la capacidad de reducir la carga viral. Los aspectos tanto de concentración de cobre, como la limpieza regular de las superficies son fundamentales para lograr este efecto.

Es importante tener presente que a la fecha no hay estudios que evalúen la sobrevida SARS-Cov-2 en aleaciones de cobre, el estudio recientemente publicado lo hizo sobre una lámina de cobre que contenía 99,9 % del metal.

Hay varios trabajos que han investigado la efectividad de cobrizar superficies en hospitales y evaluar esta intervención en términos de reducción de infecciones intrahospitalarias.

En una revisión realizada por Weber y colaboradores en 2017, los investigadores destacan que en hospitales donde se han hecho estas intervenciones, se ha reducido el nivel y la frecuencia de la contaminación bacteriana en las superficies recubiertas de cobre en las habitaciones de los pacientes, y que este efecto es constante en el tiempo.

Además, destaca que las reacciones adversas al contacto con superficies recubiertas de cobre son muy poco frecuentes. Respecto a las limitaciones los autores mencionan que no está claro cuántas y qué superficies deben recubrirse, así como cuál es el mejor recubrimiento a usar y el tiempo de duración del efecto antimicrobiano.

Este es un espacio que requiere mayor investigación. En mi opinión, debieran cobrizarse superficies que sean de alta manipulación como las perillas de puerta, las barandas de las camas clínicas, mesones de trabajo entre otros.

*Publicado por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile

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