Crisólogo Larralde impulsó el artículo 14 Bis de la Constitución Nacional Argentina

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Crisólogo Larralde impulsó el artículo 14 Bis de la Constitución Nacional Argentina que incluyó los derechos sociales, tan vigentes como incumplidos en la realidad.

Escribe Héctor A. Leis*

Crisólogo Larralde, el 14 bis y la deuda eterna con la justicia social

En 1957, mientras la Argentina debatía en una Convención Constituyente fragmentada y tensa, un radical llamado Crisólogo Larralde se plantó con firmeza y propuso algo revolucionario: incorporar los derechos sociales, laborales y económicos a la Constitución Nacional.

Así nació el artículo 14 bis, una bisagra en nuestra historia jurídica y política. Un artículo que no fue un capricho, sino una declaración de principios en favor de la justicia social, redactado en una época de crisis y exclusión.

Estos derechos constitucionales son un legado que, a más de seis décadas, siguen siendo tan vigentes como incumplidos.

En un país donde la pobreza hiere, la desigualdad duele y la política se volvió el ring de los fanáticos, el 14 bis es faro y espejo.

Farol porque orienta hacia un ideal de convivencia justa. Espejo porque muestra lo lejos que estamos de haberlo cumplido.

¿Qué dice ese artículo que incomoda tanto a los liberales salvajes, y molesta también a los populismos vacíos?

Habla del derecho a una vivienda digna, a una retribución justa, a condiciones de trabajo equitativas, a la seguridad social, a la organización sindical libre, a la participación de los trabajadores en las ganancias y el control de la producción.

Ni más ni menos que los derechos fundamentales para vivir con dignidad.

Crisólogo Larralde no era un revolucionario de barricada. Era un reformista con sensibilidad social.

Creía que la democracia no era completa sin justicia social, y que el capitalismo debía humanizarse o estallaría en sus propias contradicciones.

Como decía él mismo: “Queremos una Constitución que no sólo diga lo que los hombres deben ser ante la ley, sino lo que la sociedad debe hacer para que esos hombres puedan vivir mejor”.

Su visión se conecta profundamente con la teoría de la justicia del filósofo John Rawls, quien en “Teoría de la Justicia” (1971) planteó que una sociedad justa es aquella que organiza sus instituciones de forma tal que beneficien al máximo a los más desfavorecidos.

El artículo 14 bis es fuente de ese espíritu: el Estado no como espectador, sino como garante de un piso de dignidad mínima para todos los ciudadanos.

Porque la libertad sin igualdad material es apenas una burla.

También Thomas Piketty, en su obra “El capital en el siglo XXI”, advierte que el capitalismo sin mecanismos de redistribución tiende a la concentración obscena de la riqueza y al estancamiento democrático.

  • Crisólogo Larralde impulsó el artículo 14 Bis de la Constitución Nacional Argentina

La promesa constitucional de participación de los trabajadores en las ganancias y el control de la producción -pilares olvidados del 14 bis- se anticipa a esta idea: sin democratizar el poder económico, no hay verdadera democracia política.

Pero en la Argentina de hoy, polarizada hasta el hartazgo entre extremos que gritan, tuitean y se insultan, nadie parece querer hablar del 14 bis.

Los sectores neoliberales lo desprecian, lo llaman “anacrónico” o “populista”.

Pero los populismos retóricos lo mencionan en campaña, pero lo vacían de contenido en la gestión.

Ambos extremos coinciden, curiosamente, en no tocar a los poderes económicos concentrados y en no fortalecer una política de Estado distributiva y justa.

Mientras tanto, la mitad de los chicos en nuestro país crecen en la pobreza. La vivienda es un privilegio.

El empleo registrado se achica. Las paritarias se negocian a la baja. El sistema previsional vive en estado de excepción. Y los trabajadores son tratados, en muchos discursos, como un costo, no como protagonistas.

¿Qué pasó con el 14 bis? ¿Quién se hace cargo de su incumplimiento crónico? ¿O acaso creemos que puede haber paz social con desigualdad estructural?

Es tiempo de volver a poner al 14 bis en el centro del debate nacional. No como un ancla ideológica, sino como un punto de partida ético y republicano. Como base de un nuevo pacto social. Como un lugar de encuentro posible en un país roto por la fragmentación y la desesperanza.

No hay salida ni por la antipolítica ni por el mesianismo. Ni por el ajuste sin alma ni por el asistencialismo sin horizonte.

El futuro se construye con acuerdos sólidos y con políticas que integren, no que excluyan.

Como nos enseñara Crisólogo Larralde, con la humildad del estadista y con claridad moral: “No se trata de luchar por los pobres contra los ricos, sino por una sociedad donde el hombre sea más que su condición social”.

Argentina no necesita más extremos. Necesita ideas. Necesita acuerdos. Necesita justicia social real. Y ahí, entre tantas promesas vacías, el 14 bis sigue esperando que lo pongamos en práctica.

Por eso, como país, tenemos que salir del ring, romper el guión de la polarización y volver al camino de la sensatez, el consenso y la equidad. No hay otra salida que esa.

Y el punto de partida -lo escribió un radical con alma obrera, lo enseñó Rawls, lo advirtió Piketty- sigue siendo el mismo: garantizar derechos reales para todos, sin que nadie quede afuera.

*Ciudadano argentino

*Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad en ejercicio del derecho constitucional a la libre expresión sin censura previa y no necesariamente reflejan la línea editorial de SRSur News Agency

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