25/04/2024
ArgentinaOpinión

En primera persona: el Arte de la Medicina

Escribe Pablo Palacios Wolf*

La habilidad de un artista pictórico de fuste no está solo en lograr copiar las formas y profundidades de una imagen cuanto en dotar de “movimiento” a su obra. La sensación de desplazamiento y actividad, es un elemento compositivo auxiliar representado mediante elementos relativos a la perspectiva, estructura, posición e interacción de figuras, dirección y secuencialidad.

Pablo Palacios Wolf, médico ortopedista.

A lo largo de la historia se han buscado constantemente los artilugios para representar el movimiento tanto en obras bidimensionales como tridimensionales.
En Medicina se nos entrena para desentrañar los misterios de los cuadros que padecen nuestros pacientes mediante el enlistado de datos.
¿Cómo logramos, a través de estudios estáticos, recomponer el cuadro de movimiento que el ser vivo que tratamos posee?
Es un juego complejo que se produce gracias al conocimiento de la anatomía, la fisiología, la citología, y otras herramientas descriptivas que una vez ingresadas en la psique, nos dan posibilidad de reconstruir movimientos en la intangibilidad del cerebro.
Una vez tenido en claro cómo funciona el organismo en normalidad, agregamos la información de cómo lo hace en patología.
De resultas de esto podemos abstraer datos del paciente que nos permiten reconstruir el cuadro al que una vez accedido homologamos con un nombre: el de la Enfermedad.
Una vez accedido al nombre, el entrenamiento nos hace apuntar hacia aquello con lo que podemos revertir la enfermedad: farmacológicamente, con dietas, con fisiokinesioterapia, etc.
Sin embargo, sobrevuela dentro de nuestras mentes una frase de Samuel Hahnemann (Maissen, Alemania, 1755) que estableció como principio que “no hay enfermedades, sino enfermos”.
De allí que no todos los pacientes responden en forma idéntica a la secuencia mencionada arriba, en concordancia con la formación propedéutica médica.
A esta altura de los acontecimientos un egresado de la Facultad de Ciencias Médicas puede haber asumido los postulados en él imbuidos como verdades de Fe, no pasibles de ser discutidos. De este modo desarrolla una estructura de pensamiento que le resulta tan sólido como a un creyente religioso su creencia. Puede moverse en el campo de la Medicina escalando cumbres merced a desarrollos propios, siempre que no contradiga los Principios de las Tablas de la Ley… Médica.
En la vereda contraria nos encontramos los adoradores de la Diosa Razón. Ya que razonar es establecer relación entre ideas o conceptos distintos para obtener conclusiones o formar un juicio, hacemos uso de ello. Por esto, los conceptos inamovibles se destiñen a la luz de otros abordajes en lo que hace al concepto de salud y enfermedad. Lo que una radiografía señala como una fractura de un hueso, visto con la lente coloreada de la Biodescodificación, proyecta un sentido más amplio en cuanto a la comprensión de cómo abordar la curación.
Al encontrar que los síntomas y signos que el paciente acarrea tienen la posibilidad de ser observados desde otro ángulo, se amplía la pantalla que permite ahora entender por qué se dan tales síntomas.
Acorde con el órgano implicado, a lo que se suma el lado del cuerpo en que se da, la manifestación sintomática es ahora un caleidoscopio de datos agregados. Lo que era un esguince de tobillo (intrascendente a la sabiduría popular, y hasta poco digno de ser tratado) puede ser referido como un traspié, que de ser ubicado del lado derecho me remite a una acción que se proyecta hacia el futuro… y que es un tackle que me impide avanzar en mi vida inmediata.
Yo mismo, falto del coraje para manifestar a voz en cuello mi problema, me hice de un síntoma como para que otros pudieran ver lo que me pasa.
Nuestra cultura nos ha entrenado de manera tal que “al dolor hemos de soportarlo, ya que el dolor forja personalidad”.

La lectura alternativa se basa en el criterio de que el dolor es un sistema de alarma que avisa al organismo que ha de cuidarse porque algo está en riesgo. Cuando suena la alarma habríamos de responder con una maniobra evasiva, por ejemplo, para evitar que el área potencialmente damnificable, sea alcanzada. Eso completaría la defensa adecuada del cuerpo.
A cambio de ello incorporamos un analgésico que, al anular el dolor, permite seguir haciendo uso de la zona lesionada y así completar la misión que nos hubiésemos encomendado. Al así hacerlo forzamos el área debilitada y existe entonces una alta posibilidad de que aumente el daño de la misma.
Lo que la Naturaleza propone sea resuelto en cuarenta días, exigimos sea resuelto en diez. Está claro que los resultados de uno y otro método serán diferentes.
¿A qué se debe esta actitud de autoinfringirse daño?
Nuestra formación social nos ha impuesto el criterio de que la única belleza deseable es la que otorga la juventud: piel sin arrugas, actitud enhiesta, músculos bien marcados, agilidad ostensible. No se busca bienestar fisiológico sino estética. Estética basada en parámetros que apelan al intento de lograr lo que la fuente de la eterna juventud, símbolo de la inmortalidad y la longevidad, legendaria fuente que supuestamente cura y devuelve la juventud a quien quiera que beba de sus aguas o se bañe en ellas propicie.
No habiendo mapas encriptados que nos permitan conocer la locación de tal alhaja, buscamos ocultar todo lo que nos pueda significar envejecimiento, deterioro. De allí que no nos podamos mostrar en minusvalía, con una manquera o una renquera, o no pudiendo correr. Ni qué hablar de arrugas o cicatrices.
La Vida es en función de la existencia del Tiempo. Es en el Tiempo en que se desarrollan los Ciclos. El de la Vida Humana procede desde el nacimiento hasta la muerte. Intentar revertirlo o desacelerarlo mediante procedimientos antinaturales es una quimera.
En vez de luchar contra el Gran Campeón del envejecimiento, Franco Deterioro, paseando repetidamente por la Sala de Cirugía, encontremos qué sentido tiene cada afección que permitimos que se instalase en nosotros.
Las afecciones son manifestaciones que permiten ser cifradas para que alguien más experto que uno (o uno mismo cuando se entrena en poder descubrir significados), los lea y entienda cuál es la trama de su propia vida.
¿Qué se oculta detrás de un rostro varias veces sometido a liftings (levantamiento de tejidos caídos)? ¿Qué en la eliminación de grasa abdominal por succión? ¿Qué logro obtener sometiéndome a severas sesiones diarias de esfuerzo muscular?
“Mens sana in corpore sano” es una cita latina que proviene de las Sátiras de Juvenal (siglo II, EC). Su sentido original es el de la necesidad de orar para disponer de un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado; no es, por tanto, el mismo sentido con el que hoy en día se utiliza: «mente sana en un cuerpo sano».
Dentro de las especialidades médicas, la Ortopedia es el “arte de corregir o de evitar las deformaciones del cuerpo humano” (orthós, recto y paideía, educación). Asimismo, siendo el envase para todos los órganos, mantenerlo en equilibrio con el menor esfuerzo favorece la función adecuada de ellos.
Tal cual los dispositivos electrónicos que se adaptan a modo de juegos infantiles en los que tocar sobre donde hay escrita una pregunta y con otro extremo hacer lo propio en la elección de una entre varias respuestas, conocer qué sucede en la superficie, en el exterior del cuerpo humano, nos abre respuestas a secretos del interior del mismo.
Completaría este comentario con «…pero eso es otra historia»
Si bien se dice que but that’s another story alcanzó popularidad alrededor del 1900 gracias al uso que Rudyard Kipling hizo de la expresión en los Cuentos de las Colinas (1888) mi espíritu investigador me llevó a encontrar un uso anterior en español: Historia de una venganza (1863) de Manuel Fernández y González, pero ninguno tan antiguo como en el Tristram Shandy (1760) de Laurence Sterne donde dice que aparece por primera vez.
Esto sólo para que se sepa que no sólo en lo que hace a Medicina busco otras respuestas.
*Médico ortopedista

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