Es posible que Argentina retome su tradición de país constitucional

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Escribe Ricardo Laferriere*

Es posible que Argentina retome su tradición de país constitucional estando ya a pocos días de las elecciones presidenciales 2023.
En febrero del 2023 redacté un informe sobre el proceso político argentino y sobre las elecciones de cambio de gobierno nacional, varias provincias y numerosos municipios que se realizarían durante todo el año 2023.
Específicamente decían sus párrafos finales que la Argentina “…puede llegar a su definitiva latino americanización, manteniendo su unidad como país, pero con una sociedad empobrecida y embrutecida definitivamente, con sus clases ilustradas y productivas emigrando y una nomenclatura populista cleptómana adueñada del Estado en forma arbitraria, mañosa o violenta junto a socios narcos adueñados de hecho de grandes zonas del país. Socios en el mundo y en el continente no le faltarían. Sería el sueño del “pobrismo” jesuita, de los narcos, de los punteros del conurbano, del retro progresismo, y, en general, del populismo. Una gigantesca toldería de vida miserable gobernada por una narco nomenclatura mafiosa enriquecida. Así pasó en Cuba, así pasa en Venezuela y Nicaragua.
Y puede pasar en Argentina.
Como puede pasar también que -por el contrario- la Argentina retome su tradición de país constitucional, integrado al mundo, respetuoso de la ley y los compromisos, reconstruya su moneda, erradique el populismo, vuelva a los esfuerzos modernizadores y educativos jerarquice su educación y su justicia, y construya una democracia compleja, consciente, inclusiva, actualizada.
También puede pasar.
Los dados parecen estar en el aire”.

  • PASO

Luego de ese informe apareció Milei, con su sorpresiva performance en las PASO. Sin embargo, a pesar de las lecturas apocalípticas que se realizaron luego de las PASO, los comicios provinciales posteriores parecieran indicar que el país está comenzando a tomar el segundo camino, con los resultados electorales de Jujuy, Chubut, San Luis, San Juan, Santa Fé, Chaco, Mendoza y la propia Córdoba, esta última con un ajustado triunfo del peronismo no kirchnerista frente a JxC.
Cuando se acallen las expresiones estentóreas de “vencedores” y “derrotados” -cabe decir, ninguno lo ha sido del todo-, el saldo principal es que la mayoría de la opinión pública ha expresado estar fuertemente desconforme con el rumbo que ha seguido el país en el actual período de gobierno, que ha culminado un proceso de décadas asentado en el predominio de la “ideología nac & pop” aplicada hasta sus últimas consecuencias, teniendo
como resultado un derrumbe de todos los aspectos de la vida nacional: social, económico, político, internacional, educativo, moral y de convivencia.
La sorpresa del resultado inesperado de la opción “libertaria” encabezada por Javier Milei no puede ocultar esta afirmación, porque una lectura más cercana a la intimidad del proceso electoral muestra claras evidencias del agotamiento sin remedio de la forma en que la mayoría de la ciudadanía concebía a su país y a su papel en el mundo.

  • Tres tercios
Estas Elecciones Presidenciales se definen en un escenario de tres tercios.

Veamos: El electorado dividido en tres tercios, indica que
1) la versión contemporánea del peronismo que ha hegemonizado el proyecto kirchnerista, cuyo “núcleo duro” fue expresado por la lista perdidosa en el cotejo interno oficialista (el 5,9 % del electorado) no ha logrado hacer mella en el grueso del electorado peronista, que ha seguido la opción más amigable con el mercado y modernizadora de Sergio Massa, que incluyó un apoyo reticente de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner -quien también apoyó a la alternativa más extrema en esa elección-.
Esta afirmación no implica obviamente reconocer la pureza política de este proyecto, tan contaminado de corrupción como el K, sino destacar que se trató de la propuesta claramente menos afín al “modelo nac & pop” del actual oficialismo. Massa se salvó de la implosión final recibiendo el 21,4 % del voto ciudadano, que sumado al 6 % de la lista perdidosa, le permitió al oficialismo un guarismo de poco más del 27 % de los votantes.
2) El debate en el seno de la clase media madura expresada en Juntos por el Cambio se decantó en el triunfo del lema liderado por Patricia Bullrich con un mensaje ordenancista de cambio de paradigma económico y social integral en el marco del estado de derecho. Su propuesta recibió al interior de la principal coalición opositora el 60% frente al 40% de Horacio Rodríguez Larreta, sumando en conjunto el 28,3% del electorado general.
3) La propuesta única de la organización “La Libertad Avanza”, liderada por Javiel Milei, recibió el 29,8% del electorado.
4) Un dato no menos importante es el ausentismo, que rondó el 30% de votantes, aproximadamente un 10% más que en las elecciones generales de elección presidencial, que suele orillar en el 20%.

  • Números finales

Esos son los números finales. Entrando en su composición, observamos las siguientes particularidades:
1) El derrumbe de la opción oficialista. En 2019 su candidato recibió en las elecciones PASO de entonces el apoyo unánime del peronismo, sin debate ni discusión. La fórmula de Alberto Fernández-Cristina Fernández obtuvo en las elecciones generales el 48% de respaldo popular, traducido en mayorías parlamentarias claras en ambas cámaras, en los gobiernos de provincias y municipalidades y en toda la “coalición” política-económica-sindical que tácita o expresamente gobernó al país y hegemonizó a la opinión pública en las últimas décadas.
2) El gobierno de entonces (JxC, Mauricio Macri) pasó a la oposición, manteniendo el 42% del electorado. Había intentado sin éxito consolidar un cambio secular del funcionamiento económico argentino, sin poder suficiente para sostenerlo. Su escasa base territorial (5 gobernadores sobre 22) y parlamentaria (40% de la Cámara de Diputados y menos de un tercio del Senado), además de la furiosa resistencia corporativa de empresarios rentistas protegidos, gremios burocratizados y un aparato comunicacional mayoritariamente tomado por la “ideología nacional y popular” lo evitaron, hasta que fue derrotado por el retorno de la vieja coalición. Hoy, como se mencionó, esa opción en su porción más extrema se ha reducido al 5,9 % mientras la mayoría de los votantes fielmente peronistas prefirieron una alternativa más cercana a un modelo modernizador -aunque impotente- y no menos de un 7 u 8 % de sus votantes de entonces se transfirió a La Libertad Avanza, de Javier Milei.
3) Conservó el apoyo de las cúpulas burocratizadas del empresariado prebendario, de la burocracia sindical corrupta, del pobrismo jesuita y de los grupos narco-delictivos.
4) Por el lado de la principal oposición, una sorpresiva lucha interna obligó a dirimir en las urnas el camino a ofrecer a la ciudadanía. Se enfrentaron la opción más nítida de cambio, de Patricia Bullrich, frente a la propuesta de realizar esos cambios de manera dialogada y concertada sostenida por Horacio Rodríguez Larreta. Los votantes intuyeron que si no se realizaba el cambio con la fuerza de la política que proponía Patricia Bullrich, sería imposible realizarlo dialogando y concertando con aquellos que inexorablemente deberán sufrirlo y ya mencionados, la burocracia sindical corrupta, los empresarios prebendarios, los escalones estatales infiltrados por las corporaciones que impidieron la transformación al gobierno anterior de JxC presidido por Mauricio Macri, y por los restos de la ideología “nac & pop” aún subsistentes en el propio frente opositor, no peronistas ni corruptos, pero tributarios de las mismas concepciones culturales sobre el funcionamiento de la política.
5) Javier Milei, sin atadura alguna ni debate interno fuerte, aprovechó esta minigrieta de JxC avanzando con una propuesta económica aparentemente rupturista, adornada con exageraciones anarquistas incompatibles con el mundo de hoy y con el equilibrio social, que han sido bandera de las ofertas ideológicamente extremas de la política argentina pero que resultaron escondidas por la fuerza de su planteo económico fundamental: terminar con la existencia de la moneda nacional y convertir al dólar americano en la moneda utilizada en el país.
Ello resultó seductor para una población que asiste azorada a la disolución terminal de su moneda, las prohibiciones para acceder a la única moneda que ofrece estabilidad en su valor y considera accesible (el dólar americano) y la aceleración del resultado de la disolución del peso argentino: la aceleración inflacionaria a niveles indescriptibles en el mundo del siglo XXI, a lo que se agrega una inseguridad y violencia cotidiana delictiva nunca vistos en la Argentina.
6) Un acercamiento a los resultados electorales nos muestra una particularidad extendida a todo el país: una parte importante del voto peronista tradicional volcado al apoyo a Milei. Esto se vio en las provincias fuertemente clientelizadas en las que el peronismo había obtenido en las elecciones locales de este año claras mayorías -Formosa, Santiago del Estero, La Rioja, Misiones- y en los resultados geográficamente discriminados en las grandes ciudades, donde los centros y primeras periferias en las que triunfaban las alternativas democráticas – republicanas (de izquierda, derecha y centro) dieron ahora el triunfo a JxC mientras las barriadas de mayoría tradicionalmente peronistas dieron el triunfo a Milei.
Tal vez el mejor ejemplo fue la ciudad menos clientelizada del país, la CABA, en la que la performance de Milei sólo mostró los votos propios, sin recibir transferencias ni del peronismo ni de Juntos por el Cambio, estos últimos protagonistas de un cotejo interno cumplidor de las normas democráticas expresas y tácitas.

  • Las incógnitas 

La composición de los “tres tercios” del electorado argentino presenta varias incógnitas de cara a las elecciones generales.
1) Los votantes peronistas que dieron el triunfo a Milei para “castigar” a su propio gobierno ¿seguirán en esa tesitura en las elecciones generales o regresarán a su cauce originario?
El futuro es opaco. Nada puede predecirlo. Sólo podemos recurrir a un ejemplo comparativo, de homologación relativa con el presente por tratarse de diferente base social: las elecciones de 2019. En ellas, los votantes de JxC, molestos o desconformes con el final de la gestión de Mauricio Macri, le dieron en las PASO un apoyo del 31%, que se transformó en el 42% en las elecciones generales un par de meses después. Bueno es destacar que el electorado de JxC, a pesar de la derrota, aumentó en cerca de 2.000.000 de votos su performance de 2015, debiéndose la derrota a la unificación de las dos opciones peronistas -la de Sergio Massa y la de CFK, entonces enfrentados-.
No es posible transferir este comportamiento electoral al presente en forma automática, sino sólo como un indicador de probabilidades. Si ocurriera con Massa lo que ocurrió con Macri en 2015, debiera bajar el apoyo a Milei y subir el de Massa (actual “presidente virtual”). Una diferencia, no menor: Macri conservaba un liderazgo residual en su propia fuerza que, cotejado con el regreso del populismo pudo motivar la recuperación de gran parte de los votantes desconformes con el final de su gobierno. El “fuerte” de Massa es la estructura política del peronismo. Esa diferencia deja la incógnita, habida cuenta del menor liderazgo de Massa, mediatizado por la figura de Cristina Kirchner e incluso por los caudillos territoriales -gobernadores e intendentes-.
2) ¿Cómo se desarrollará la dinámica interna de JxC? A primera vista pareciera que es la fuerza que cuenta con mayor capacidad de retención de votantes. Su tercio de votantes no tiene mejores alternativas que las ofrecidas por su liderazgo actual ya que es muy difícil que miren como opción a Massa, y los que no emigraron a La Libertad Avanza en las PASO difícilmente lo hagan ahora, cuando existen posibilidades ciertas de entrar en el ballotage-.
3) Si supusiéramos que del 10% de electores que no concurrió a votar también se dividan en tercios, JxC podría alcanzar un 33% en la primera vuelta, suficientes para entrar en el ballotage con Massa -que podría recuperar todo o parte de los votantes peronistas que apoyaron a Milei y un tercio de los ausentes- igualando o hasta superando a JxC en la primera vuelta ante la “retroversión” de los votantes “prestados” del peronismo a Milei cuya dimensión, si realmente alcanza a 8 /10% del electorado, llevaría a éste a un andarivel inferior al 30% dejándolo fuera de la segunda vuelta.
4) Pero si, en cambio, Milei retiene a los “peronistas prestados” que se entusiasmen con su nuevo líder, el que entraría en el ballotage sería él junto a Bullrich. Ésta es, a mi entender, la opción más probable. Gran parte del voto peronista a Milei no está conforme con el oficialismo “K” y tampoco siente que Massa sea una alternativa atractiva, luego de su frustrado paso por el Ministerio de Economía con los resultados que mostró su gestión en inflación, salarios, deuda, déficit público y escándalos de corrupción.
5) ¿Cuál es el resultado más probable? Repito: el futuro es opaco. Con las diferencias existentes, cualquier “cisne negro” de último momento puede incidir en la primera vuelta electoral. Tal vez es más sencillo imaginar los tres escenarios posibles para la eventual segunda vuelta:
6) Massa vs. Bullrich. Las muestras de opinión sobre los techos electorales, los apoyos y rechazos y los “nunca lo votaría” resultarían en un triunfo de Bullrich, que es muy probable que reciba además gran parte de los votos de Milei de la primera vuelta.
7) Massa vs. Milei. Reflexión similar. Es muy probable, por los mismos motivos, que Milei resulte triunfador frente a Massa, aunque es probable que con un mayor nivel de abstención. En efecto, los votos que naturalmente podría recibir deberían provenir de votantes de Bullrich de la primera vuelta, pero no hay que descartar que la fuerte campaña anti política de Milei no sea aceptada por muchos de esos votantes, que en la opción pueden preferir abstenerse o votar en blanco. Algunos pueden eventualmente sentirse más cerca de Massa que de Milei, considerándolo más “progresista” y menos “reaccionario”, pero esta reflexión no alcanzaría presencia estadística reduciéndose a algunos dirigentes. De la misma forma, algunos votantes de Bullrich podrían apoyar a Milei “tapándose la nariz”, al sentirse más cercanos de su planteo económico que al del continuismo kirchnerista.
8) Milei vs. Bullrich. Tal vez sea el escenario cuyo resultado sea más difícil de predecir. Sus “pisos” y “techos” electorales son similares, el primero llegando al voto joven y marginal, la segunda al voto maduro de convicciones democráticas republicanas y las clases medias tradicionales. Milei podría volver a recibir votos peronistas desencantados, aunque parte de su discurso tiene componentes tan resistidos por el “sentido común político” de los votantes peronistas que no hay que descartar una actitud de abstención o votos en blanco (discurso fuertemente antisindical, desmantelamiento de la salud y la educación públicas, libre portación de armas, venta de órganos, mensaje fuertemente “anticatólico” -muy antipático en las barriadas populares-). Bullrich seguramente recibiría votos del peronismo no kirchnerista -tal vez, recuperando votos en Córdoba-, y de parte de los votos de Schiaretti ya que otros se identifican visceralmente con el peronismo y se abstendrían, y de algunos dirigentes intermedios peronistas de clase media- y seguramente de todo el arco político tradicional, preocupado por posible giro autoritario de Milei.
9) Como saldo final y de cara al futuro del país, tanto un triunfo de Bullrich como de Milei tenderían a una economía más libre, un apoyo parlamentario recíproco con discusión -que puede ser fuerte- sobre la letra fina de las medidas, un cambio de paradigma económico-financiero y una recuperación de la actividad económica como el inicio de un proceso de crecimiento más o menos acelerado.
10) Sin embargo, son también previsibles fuertes “cortocircuitos” por la diferente concepción sobre la política y el Estado. Mientras JxC sostiene una fuerte ortodoxia constitucional, no parece que a Milei esto le interese demasiado y sabemos que ignorando las reglas del estado de derecho, se acerca la ley de la selva. De ser así, se ingresaría en un terreno desconocido desde la recuperación democrática y como tal, de final incierto.
11) Un triunfo de Massa, la menos probable de las opciones pero de ninguna manera imposible, resultaría muy condicionado por un parlamento abrumadoramente opositor, aunque posiblemente recibiendo el apoyo no de votos pero sí de dirigentes tradicionales apegados dogmática y religiosamente al paradigma “nac & pop” predispuestos a ser tentados por la “seducción” que sabe realizar el peronismo desde el poder. El avance de Federico Storani propugnando la votación por el kirchnerismo en la CABA y la sorpresiva reactivación del sector radical unido al kirchnerismo desde el comienzo (Moreau, Ricardo Alfonsín, Jano, etc.) puede leerse como un antecedente, seguramente fundado argumentalmente en el barómetro “progresista” (o más bien, “retro – progresista”).
12) Desde el punto de vista de la estabilidad social, operar el cambio de paradigma -sea por Bullrich o por Milei o aún por Massa, si lo intentara- tendrá como oposición al kirchnerismo residual defendiendo su colonización del Estado, su saqueo al presupuesto y su ocupación de las empresas públicas. También a los grupos piqueteros defendiendo los planes sin contraprestación ni control, a los empresarios vinculados a la obra pública amañada y a privilegios diversos en las distintas áreas y manejo de la aduana, a la burocracia sindical corrupta, al pobrismo jesuita y a las organizaciones narcodelincuentes.
13) En el caso que un Massa triunfante optara por mantener el paradigma “nac & pop” privilegiando su alianza con el kirchnerismo, acelerará la implosión del país hacia una gigantesca toldería manejada por una oligarquía político-delictiva, pero…
14) No habría que descartar un cambio abrupto de orientación en su eventual gobierno hacia un experimento similar al menemismo volviendo a su promesa de “barrer a los ñoquis de La Cámpora”. Ello, sin embargo, no parece sencillo ante la ausencia de carisma, de recursos y de fuerza político-electoral para defenderlo como el que tenía Carlos Menem en 1989. Si ésta fuera su deriva, sería previsible una reformulación de su discurso, su abierta alianza de gobierno con La Libertad Avanza, de Javier Milei y la demonización del kirchnerismo que podría llegar, incluso, a la prisión de CFK.
15) Hasta aquí, un análisis que intenta ser lo más objetivo posible. Ahora, mi opinión.

  • Habrá turbulencias

Cualquiera sea el resultado electoral habrá turbulencias fuertes en el campo económico como en el político que pueden llegar a ser tumultuosas y violentas. Esas turbulencias pueden sentirse apenas pase el primer turno electoral -22/10-, durante el interregno entre ambos turnos -si hubiera doble vuelta- y cuando comiencen las decisiones ordenancistas del nuevo gobierno.
La mejor opción para la Argentina, su democracia, su estabilidad y su gente, sería un triunfo de JxC y de la fórmula Bullrich-Petri en primera vuelta, lo que parece ser muy difícil -para cualquiera de los contendientes- pero sin que nada pueda descartarse.
En la eventualidad de su triunfo final, que me parece probable, tendrá tres desafíos: poner en orden la economía, reconstruir la sociedad y conseguir apoyo político -institucional y social- para su gobierno, que no puede dejar de realizar los cambios necesarios, pero tampoco puede descargar el peso de la transición en las clases medias ni populares como lo harían Milei o Massa.
El arte de su gobierno y lo que lo haría exitoso sería reconstruir la política sobre bases limpias, transparentes y comprometidas a fin de que los ciudadanos dejen de ver a la política como un mal y la vuelvan a sentir como una herramienta propia de transformaciones. No será una tarea sencilla sino titánica porque el deterioro de la propia actividad política y el daño ocasionado al país en las últimas décadas por el kirchnerismo ha sido enorme.
*Ex Senador Nacional de la UCR por la provincia de Entre Ríos

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